Durante tres meses, los jugadores se sometieron a pruebas diarias y vivieron bajo estrictas medidas de prevención frente al virus, que ha causado más de 215,000 muertos en Estados Unidos.
A diferencia de otras competiciones, la NBA logró de esta forma coronar a un campeón sin registrar un solo positivo de COVID-19 entre los jugadores.
Este logro requirió "extraordinarios sacrificios" de todas las personas involucradas y también, "honestamente, un poco de suerte", reconoció el comisionado de la NBA, Adam Silver.
De cara a la próxima campaña, sin fecha cerrada de inicio pero proyectándose hacia enero, la liga aspira a pasar la página de la 'burbuja' y regresar a las sedes de los equipos.
"Nuestro objetivo para la próxima temporada es que los aficionados vuelvan a nuestras canchas, pero la salud y la seguridad seguirán siendo nuestra principal prioridad", reiteró Silver el lunes en una carta enviada a los fans.
Felicitada por los expertos por la rigurosidad de las medidas en Disney World, la NBA enfrentará ahora muchas más dificultades para minimizar los riesgos, con cientos de jugadores, entrenadores y empleados de vuelta a sus entornos sociales y viajando por el país para disputar los partidos.