'Pongamos que hablo de Sabina', un documental en carne viva

La serie documental dirigida por Alberto del Pozo explora la música, la fiesta y el escenario de la leyenda que empezó a fraguarse en Madrid en 1976.
El documental consta de tres entregas y podrá verse a través de la plataforma Atresplayer Premium a partir de este domingo.

Joaquín Sabina es ese “crápula”, que no necesita, como dice Leiva, “demostrar su licenciatura en golferio”, sus propias canciones son un recorrido por sus más caros sueños, vicios y aprendizajes; sin embargo, el documental Pongamos que hablo de Sabina, es un desnudo completo de uno de los cantautores más queridos, polémicos y divertidos de la España que nació después de la dictadura de Franco.

La serie documental, que dirige Alberto del Pozo, narrada por Iñaki López, se mete en las entrañas de una vida donde la pasión, la música, la fiesta y el escenario, alimentan al originario de Úbeda, cuya “leyenda canalla empieza a fraguarse en Madrid en 1976, cuando el músico regresa de su exilio en Londres”, luego de la muerte de Franco.

Ante una ciudad, Madrid, que despierta a la libertad, Sabina decide que ese será su territorio creativo. A partir de las voces cercanas al cantante, Pongamos que hablo de Sabina, se convierte en un ir y venir de datos, revelaciones y anécdotas por demás peculiares: un retrato de cuerpo entero.

Es tan rica la vida de Sabina que el serial se divide en tres capítulos muy descriptivos. Por ejemplo, en Pongamos que hablo de sus pecados, se dibuja al “canalla incorregible”. La interprete Ana Belén dice que el adjetivo canalla va unido a Joaquín. "Es increíble que con toda la discreción que le rodea y que todos los amigos respetamos, luego de repente vemos a Joaquín diciendo intimidades, decimos ‘se está desnudando’".

Dice la cantante que a veces “él no tiene el pudor que yo si tengo. Cuando él se pone delante de una cámara, él cuenta sin ningún pudor. Eso es muy curioso ¿no?”. Y una escena de una entrevista ilustra lo que dice Belén. En pantalla, Sabina dice:

"Estoy sin fumar, sin beber, sin follar y sin meterme drogas, y estoy pasando el peor cuarto de hora de mi vida”, y rompe en carcajadas el cantante.

Pero hay un rasgo que todos los entrevistados destacan del autor de Quién me ha robado el mes de abril, su generosidad. Desde la fiesta donde es el primero que invita la cena a conocidos y desconocidos, o de plano cuando entrega las llaves de su casa a quien fuera, lo que en un momento se convirtió en un problema, sobre todo para sus parejas.

De entre las imágenes y declaraciones del documental destaca la presencia de aquella mujer que le inspiró para componer 19 días y 500 noches, una venganza de Sabina por haberlo abandonado. Cristina Zubillaga por primera vez cuenta la historia de amor que desembocó en una letra que le dice: “siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta”.

Modelo en aquella época, Zubillaga platica cómo el cantautor estaba solo en la barra de un bar y la miró, le invitó una copa y ahí arrancó la historia. Afirma que de las cosas que más llamaron su atención fue lo “muy atento que era”. Y desvela que en un momento, las fiestas se hacían en la casa de Sabina porque “tenía una orden de restricción por un incidente con una chica. Entonces nos montábamos las fiestas en casa”.

El biógrafo de Sabina, Javier Menéndez Flores, dice del álbum 19 días y 500 noches, que “es un disco muy coherente. A diferencia de otros discos, este es muy coherente. Y luego está la voz, esta voz de alquitrán, que parece que se acaba de levantar y que se va a poner a toser. Fue un acierto no maquillarle la voz”.

El documental consta de tres entregas y podrá verse a través de la plataforma Atresplayer Premium a partir de este domingo.