El adiós de Michael Jordan y del resto de sus compañeros de Chicago Bulls fue poético. Literal. No sólo porque el entrenador Phil Jackson les pidió a todos que escribieran en una hoja de papel lo que significó para ellos estar en ese equipo el último año, para luego leerlo y quemarlo. Lo fue porque Michael escribió y leyó un poema.
“No soy un poeta, simplemente dije lo que sentía en el momento”, recuerda Jordan sobre aquel instante especial. “Siempre vamos a estar unidos. Agradeces el pasado, disfrutas el momento, asegurémonos de terminarlo bien”.