El diseño de Fiat 500 N que conquistó al mundo
Cuando pensamos en un auto clásico tenemos en mente esos enormes cofres que escondían poderosos motores. Descapotables largos y llantas anchas, reflejo del torque de un imponente motor. Sin embargo hay algunas excepciones que nos recuerdan que en cuestiones de diseño, menos es más. El Fiat 500 N de 1958 es uno de esos casos.
Heredero de las bondades del ‘Topolino’, el 500 retrata el diseño italiano con la combinación perfecta de estilo , innovación y emoción al manejarlo, elementos clave para que un automóvil encienda nuestra pasión.
El 500 N se produjo por vez primera en agosto de 1958 únicamente en azul claro, luego de su debut en el Salón del Automóvil de Turín en noviembre de 1957.
Los avances incluían faros con marcos de aluminio, viseras parasol, perfiles de aluminio en el capó y molduras en los laterales, tapacubos de aluminio pulido, ventanillas delanteras descendentes, deflectores con gancho para mantenerlos abiertos, asiento trasero único acolchado, palanca de los intermitentes y de las luces en la columna de dirección, y revestimiento de goma para los pedales del freno y del embrague.
El motor se ubicaba en la parte trasera (dos cilindros de 479 cm3 y 15 CV que permite alcanzar una velocidad máxima de 90 km/h), refrigerado por aire y contaba con las cuatro ruedas independientes. El diseño de este hermoso auto es resultado de la mente brillante de Dante Giacosa, apoyado por la estrategia de Fiat para apuntalar sus autos en la Segunda Guerra Mundial.
La magia del 500 N le llevó a una producción ininterrumpida de más de cuatro millones de unidades, en cinco series, hasta 1975.
Gracias a su diseño minimalista y funcional ganó en 1959 el “Auto del Año” y el “Compasso d'oro”, el premio de diseño mundial más antiguo y prestigioso establecido en 1954 por la Asociación para el Diseño Industrial (ADI).
Para festejar este hermoso trabajo de diseño, se exhibirá un 500 N de 1958 en el Triennale Design Museum italiano, desde ahora y hasta enero de 2019.