¿Puede una inteligencia artificial crear arte? en un mundo en que la tecnología se torna cada vez más avanzada y con ello, irrumpe diariamente en más aspectos de nuestra vida cotidiana, es tiempo de ahondar en las razones del debate con el fin de encontrar la respuesta por nosotros mismos.
Genio o programación
Lo de la inteligencia artificial es curioso. Por décadas, el sueño ha sido construir un algoritmo que supere nuestra lógica con el fin de alcanzar una sociedad virtualmente perfecta, libre de corrupción e intereses. Pero cada vez que se da un paso con el que la tecnología parece rebasarnos, el crédito no es para la máquina, sino para su creador. Una reacción que parece ser en beneficio de nuestra propia salud mental, que parece incapaz de aceptar que alguien o algo pueda superarnos como especie dominante en nuestros propios campos.
El arte no es la excepción. Por años, sus distintas expresiones han sido idealizadas como un reflejo del alma y el espíritu humano, capaces de ser ejecutadas sólo por las personas más sensibles que son capaces de trasladar nuestros pesares e inquietudes al terreno sonoro o visual. Sin embargo, a veces olvidamos que el arte también requiere el conocimiento de obras previas y la comprensión de técnicas, siendo esto lo que permite la continuidad y el rompimiento en tendencias.
El arte creado por inteligencia artificial funciona bajo esta misma premisa. Centrémonos en la pintura, que es donde se han dado las mayores controversias de los últimos meses. Durante casi medio siglo, los programadores, o los que muchos consideran los verdaderos artistas detrás de estas piezas, han concebido algoritmos cada vez más complejos que con los que la inteligencia artificial analizará centenares o incluso miles de trabajos previos para luego generar su propia pintura. La mano humana puede apreciarse especialmente en dos etapas del proceso: la elección de los títulos y la programación de lo que se quiere lograr. Esto último porque hay dos variantes: una síntesis de las tendencias o el rompimiento de éstas.
La primera podría implicar analizar la obra completa de un mismo autor con el fin de dar una pieza que vaya en continuidad con su técnica y tendencias. También podrían usarse cuadros de un mismo movimiento para dar uno que encaje perfectamente en una exhibición museística. Más arriesgadas son las fusiones que implican combinar obras de todos los tiempos para dar resultados sin precedentes desde sus fusiones imposibles.
La segunda variante es todo lo contrario, lo que la hace más compleja y por consiguiente más fascinante. Mientras los algoritmos previos persiguen la comprensión e imitación de reglas, como si de facsímiles se tratara, estos otros buscan el resquebrajamiento de éstas con el fin de que las máquinas creen obras sin precedentes. Esto hace que la inteligencia artificial sea responsable de trabajos con elementos nunca vistos y en algunos casos, de nuevos movimientos cuyo estatus no se ha oficializado del todo.
En ambos casos, analistas culturales consideran que los resultados son predecibles e incluso aburridos. Incluso hay quienes aseguran que la manufactura artificial es palpable, lo que puede apreciarse en el hecho de que muchos especialistas son capaces de distinguir un trabajo sintético de uno humano. Sólo hay una excepción.
Artistas del siglo XXI
Si AICAN, o la red adversaria creativa de inteligencia artificial por sus siglas en inglés, es considerado el primer gran artificial de toda la historia es porque tiene una obra propia, reconocible y más importante, independiente de la intervención humana. Para lograrlo, su algoritmo se basa en contradicciones propias de la psicología artística: el deseo de aprender de sus antecesores homo sapiens y el esfuerzo por romper con lo visto sin exagerar en lo novedoso con el fin de seguir conectando con el público.
Los resultados han sido tan sobresalientes que el grueso de la gente, lo que incluye expertos en el mundo del arte, son incapaces de decir si la obra ha sido creada por una persona o por un algoritmo. Lo que nos conduce de nuevo a los dilemas iniciales: ¿podemos decir que AICAN es un auténtico artista o el resultado de un artista de la programación?
Han pasado varias décadas desde que la inteligencia artificial irrumpiera en nuestras vidas y aunque su presencia es cada vez más recurrente, hay interrogantes que parecen destinadas a no encontrar una respuesta concreta.