William, heredero al trono de su padre Carlos III, vestía uniforme militar. Harry, que tiene prohibido hacerlo desde que abandonó su vida como miembro de la realeza, vestía un traje en el que llevaba prendidas sus medallas.
Mientras el féretro entraba en la abadía, Harry mantuvo la mirada baja, mientras otros miembros de la familia con uniforme militar saludaban.

La semana pasada, William confesó al público que caminar detrás del féretro de su abuela le había traído recuerdos dolorosos del cortejo fúnebre de su madre, en 1997, cuando él tenía 15 años y su hermano apenas 12.
Pero si esa dolorosa experiencia compartida estaba en sus mentes, no había ningún reconocimiento externo de ello.
A la entrada de la abadía, los hermanos, que en su día estaban tan unidos que podían terminar las frases del otro, estuvieron acompañados por sus esposas y por los dos hijos mayores de William y Kate, el príncipe George, de nueve años, y la princesa Charlotte, de siete, que ocupan el segundo y el tercer lugar, respectivamente, en la línea de sucesión a su abuelo.
Kate, recién nombrada princesa de Gales, al igual que la madre de William, Diana, lució un conjunto negro con un sombrero de ala ancha y su melena recogida en un moño.
Meghan llevaba una capa y un vestido negros y un sombrero de ala ancha.