Enorme conmoción
Cuando abrió la caja, descubrió con satisfacción que la reliquia estaba intacta.
El relicario dorado, de unos 30 cm de alto y adornado de piedras preciosas incrustadas, imágenes de Cristo en la cruz y otros santos, conserva dos recipientes metálicos que según los creyentes contienen gotas de sangre de Jesús recogidas durante la crucifixión.
La reliquia ha sido objeto de culto para los peregrinos católicos por más de mil años.
Se encontraba en la Abadía de Fecamp, en la Normandía francesa hasta la noche del 1 al 2 de junio, cuando fue robada, dos semanas antes de las celebraciones anuales del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.
"Fue un shock enorme que robaran esta pieza famosa, esta pieza legendaria", declaró Brand en su casa, donde guarda la reliquia.
La verdadera
Pero el relicario no era el único objeto en la caja de cartón dejada en la puerta de Brand esa noche de julio.
También había varios platos litúrgicos de cobre, imágenes de santos y un cáliz decorado, que también fueron robados de la abadía en junio.
Brand mostró el relicario a la AFP, que no pudo verificar su autenticidad ni la de los otros objetos recuperados, que aún no han sido examinados por la policía o expertos. Tampoco se pudo obtener un comentario de la abadía.
"Tras la investigación, nuestras conclusiones y la reliquia serán entregadas a la policía francesa", explicó de su lado Dennis Janus, portavoz de la policía nacional holandesa.
Pero Brand no duda de su autenticidad.
"No tengo duda de que es la verdadera. Los objetos religiosos son casi imposible de falsificar", aseguró.
"Una maldición"
Brand contó que su participación en el caso comenzó poco después del robo, cuando recibió un mensaje de una persona anónima que aseguró tener en su posesión los bienes robados.
"Esta persona me escribía de parte de otra, en cuya casa estaba guardada la reliquia", dijo Brand.
"Tener en su casa la máxima reliquia, la sangre de Cristo, robada, eso es una maldición", aseguró.
"Cuando se percataron de lo que era, que no se podía vender, sabían que tenían que deshacerse de ella", explicó.
Brand mostró a AFP un mensaje en neerlandés en el cual la persona le pedía recibir lo robado porque era demasiado riesgoso devolverlo ella misma a la abadía.
Le avisaron que el objeto sería llevado a su casa, sin fecha ni horario.
"Virtualmente fui un prisionero en mi propia casa durante una semana. No podía salir", contó entre risas.
Los objetos finalmente aparecieron, entregados anónimamente.
Consideró que se lo llevaron a él porque "sería muy peligroso involucrar a la policía".
"Estas personas conocen mi reputación. Lo más importante es devolver esto a la iglesia. Esperamos que permanezca allí otros mil años", declaró Brand.