Soy un hombre gay que nunca ha tenido un cuerpo hegemónico. Tengo panza, estrías y grasa “extra” distribuida por todo el cuerpo. No puedo hablar de las experiencias de alguien gordo porque no lo soy, pero no por ello he logrado escapar de la violencia estética que nos atraviesa a todas las personas que no somos delgadas. Hago hincapié en mi sexualidad porque creo que juega un papel importante. Es innegable que se nos mide con otra vara. Los hombres gays seguimos sujetos a la validación masculina. Por ello, no es de extrañarse que en Grindr haya tantos usuarios que se sienten con la libertad de hacer todo tipo de comentarios sobre cuerpos que no son suyos.
Subí de peso. Ya sé, ¿cómo me atrevo? Pero hay algo todavía peor: estoy bien
Cabe aclarar también que solo puedo hablar desde mi óptica de hombre gay, pues este tipo de discriminación golpea más fuerte a las mujeres y a otras personas de la comunidad LGBTTTIQ+.
Engordé, pero no dejé de subir fotos sin playera. Para muchas personas, de repente era esencial hacerme saber que subí de peso como si no tuviera espejos en mi casa o no sintiera la ropa más apretada. Pero, ¿por qué seguía compartiendo estas imágenes si mi cuerpo había cambiado? La razón es muy simple: porque me gusta mi cuerpo. Esta es una batalla a la que se le hace frente diariamente. Si prendes la televisión, te pones a ver memes o vas a una comida familiar, es altamente probable que escuches algo gordofóbico. He descubierto que el camino de la aceptación es extremadamente difícil porque, además de luchar contra nuestra propia gordofobia, tenemos que luchar contra la de los demás.
Sin embargo, hay cosas que tengo presentes para recordarme que mi cuerpo no está mal y mucho menos lo estoy yo por quererme, aunque haya quien insista en hacerme sentir lo contrario. Soy consciente de que aceptarse es un proceso. Nunca le diría a alguien “¡ámate tal cual eres!” porque cada uno tiene su camino. Así como es natural cambiar de ideas, también es normal que nuestro cuerpo ya no se vea como cuando teníamos 15 años.
Algo vital es saber que la felicidad no se alcanza al bajar de peso
Algo vital es saber que la felicidad no se alcanza al bajar de peso. Es común pensar que, al llegar a cierta talla, la inseguridad se va. Primero debes estar bien con tu aspecto actual. No está mal querer cambiar algo de tu cuerpo, siempre y cuando no sea porque pienses que tu cuerpo está mal como es ahora.
Por último: la compasión es clave. Como dije antes, hay días malos en los que no me gusta mi cuerpo, pero tengo como regla no hablar mal de él. No pienso castigarme más por cómo era mi cuerpo antes. Ha evolucionado, como yo también lo he hecho. Mi cuerpo me permite dormir, correr, ver películas, comer, sentir placer y carcajearme hasta las lágrimas. No puedo hacer otra cosa sino agradecerle.
Por cierto, no tengo nada personal contra Morat, pero no es mi tipo de música. Está buena su canción con Paulina Rubio, eso sí.