Llegaron por una orden judicial tras ser denunciados por violencia de género en Ecuador. Ahora emprenden un camino de rehabilitación en un club de hombres que les enseña a controlar sus emociones.
Hace dos meses, Jorge Sánchez, de 34 años aterrizó en el "Club de Hombres por el Buen Trato" del centro "Tres Manuelas" del municipio de Quito. Al inicio se sintió "incómodo" por tener que compartir su historia con una veintena de personas.
Es "como que venimos aquí puras personas que les pegamos a las mujeres, porque eso es lo que se dice, y una vez que uno llega aquí se da cuenta de que no todos los casos son iguales", señala Sánchez a la AFP.
También hay hombres que asisten voluntariamente para aprender a controlar la ira.
Además de acudir al grupo, cuyos talleres duran 20 días (uno por semana), un juez le ordenó a Sánchez cumplir 60 horas de labor comunitaria por "empujar" a su expareja.
Era el club o las hacinadas y violentas cárceles ecuatorianas.
"Cometí mi error. No me siento el hombre más feliz del mundo (...) pero tengo que asumir mi responsabilidad", dice Sánchez, repartidor de comida.
Reconoce que está "avergonzado" por haber agredido a su exconviviente, con la que hoy prefiere no tener contacto.
En Ecuador, las penas por violencia contra la mujer o miembros de la familia van desde los siete días hasta los tres años de prisión. El femincidio se castiga con una pena máxima de 26 años.
Según la Fiscalía, desde 2014 se han registrado en el país 551 femicidios, entre ellos 69 en 2021 y 34 de enero a mayo de 2022. En un 33% de los casos, los victimarios fueron sus convivientes.
Organizaciones feministas consideran que hay un subregistro de muertes intencionales de mujeres. Junto a otras causas como asesinatos, la cifra total de fallecidas sube a 1 mil 432 desde 2014, de acuerdo al ente acusador.
En Ecuador, las estadísticas oficiales reportan que 65 de cada 100 mujeres –de 15 a 49 años– han experimentado alguna forma de violencia.