Ayudaría además a la igualdad de género en el terreno profesional. Reino Unido tiene dos millones de personas que no trabajan por compromisos personales, de las que un 89% son mujeres, detalla la estadística . Se ha demostrado que la flexibilidad en los horarios de trabajo es de gran ayuda para que este sector de la población no vea afectada su incorporación al mercado laboral, pues las libertades que otorga permiten una mejor distribución de las labores del hogar entre las parejas.
Y finalmente las ventajas para el propio mundo en que vivimos. Acortar la semana laboral de cuatro a cinco días invariablemente reduce la movilidad de personas y con ello el tráfico y el consumo masivo de energía en grandes empresas. Una prueba realizada en Utah demostró que en tan solo diez meses hubo un ahorro en costes de electricidad por $1.8 mdd, así como una reducción de 6 mil toneladas métricas de emisiones de carbono, según estimaciones . Esto sólo en el espacio de trabajo, pues las estimaciones pertinentes creen que esta cifra aumenta a 12 mil toneladas métricas si se considera el transporte. Para entender el impacto, esta cifra equivale a 2 mil 300 automóviles fuera de circulación por un año. Esto sólo por quitar un día laboral en un número limitado de oficinas que se sometieron al experimento. ¿Se imaginan esto mismo llevado al terreno generalizado?
Esto no significa que la apuesta carezca de riesgos, muchos de los cuales provienen del orden social preestablecido: malos manejos, confusiones o prácticas generalizadas por cambiar. Tal es el caso de las empresas que reducen los días pero con un aumento de horas diarias, lo que invariablemente atenta contra el bienestar de los empleados que deben pasar más tiempo en sus respectivos trabajos.
Se piensa que este sería uno de los mayores obstáculos para que México adopte la práctica, pues la Ley Federal del Trabajo establece que la semana laboral es de seis días por semana y ocho horas diarias. Son 48 horas semanales que suman 2,255 horas al año para convertirnos en uno de los países donde más horas se labora. Esto podría desembocar en días de doce horas de trabajo: un auténtico atentado contra la salud de los trabajadores.
O el grueso de la gente que aprovechaba el viernes para la realización de algún trámite y que no podría hacerlo bajo este nuevo sistema. En el papel no debería haber mayor problema en trasladar la actividad al jueves, aunque esto podría ser mal visto por empleadores que verían reducidas todavía más las horas de sus trabajadores.
Dilemas que en muchos casos son fruto de décadas de malas prácticas a los que nos hemos acostumbrado. Tal vez una semana laboral de cuatro días no cambie todo de la noche a la mañana, pero sí que sería un buen recordatorio de que el trabajo no es la vida.