Elon Musk: forjando el futuro de la humanidad
Aunque existen muchas razones para justificar el nombramiento de Elon Musk, lo cierto es que basta con sintetizarlas en cinco: Tesla, SpaceX, Neuralink, OpenAI y SolarCity. Más allá de su labor en la concepción o consolidación de cada una de estas compañías, todas ellas, de la mano del emprendedor, están jugando un rol determinante en la construcción del futuro de la humanidad. Una etiqueta que para nada debe ser tomada a la ligera en los tiempos de crisis en que vivimos.
De hecho, su nombramiento puede verse como una continuación directa al de Greta Thunberg del 2019. Como ejemplo Tesla, no sólo es la empresa automovilística más rentable de la actualidad, sino que también ha sido pionera en la búsqueda del vehículo eléctrico con el que se pretende parar en seco buena parte de la contaminación ambiental, al tiempo que se desafía a la increíblemente poderosa industria petrolera. Sus esfuerzos no se limitan a la clase alta, sino que ya desarrolla vehículos más asequibles para garantizar el cumplimiento de sus objetivos medioambientales. Caso similar al del SolarCity, hoy Tesla Energy, enfocada en la generación de energía solar para las principales ciudades. No sólo para las grandes empresas, sino para las casas comunes y corrientes. Un trabajo fundamental si consideramos que nuestro mundo está al borde del colapso y si bien las aportaciones de todos aquellos que alzan la voz son más que bienvenidas, hoy más que nunca se requiere de personas con la capacidad técnica y económica para hacer un cambio. Alguien como Elon Musk.
Estas aportaciones conectan directamente con SpaceX que encabeza la nueva carrera espacial, esta vez alejada de la Guerra Fría y protagonizada por emporios particulares. Si el de Musk lleva la delantera es porque sus innovaciones le han permitido establecer alianzas con NASA, pero también porque no parece conocer de límites. Y es que mientras Richard Branson y Jeff Bezos aprovechan sus respectivas compañías para realizar viajes de ida y vuelta que remiten más al turismo millonario, Musk apunta de lleno a Marte convencido de que la llegada del ser humano al planeta rojo se concretará en un periodo no mayor de cinco años.
“Estaré sorprendido si no aterrizamos”, declaró en una reciente entrevista . Sus expectativas han sido tachadas de improbables por el simple hecho de que las principales agencias espaciales llevan años sin siquiera alunizar, lo que para nada evita el asombro ante un individuo empeñado en concretar el objetivo. Primero porque la ciencia demanda el rompimiento de nuevas fronteras, pero también porque la búsqueda de nuevos planetas se ha convertido en una medida urgente ante los problemas que aquejan al nuestro. Ya sea para liberar a la Tierra de la sobrepoblación que le aqueja o para tener una alternativa en caso de que nuestro mundo alcance un punto de no retorno, nuestro vecino cósmico representa una auténtica salida de emergencia que, en el peor de los escenarios, garantizarían la supervivencia de nuestra especie.
Más optimista es su búsqueda de la perfección humana desde sus cimientos con OpenAI avanzando a pasos agigantados en el desarrollo de una inteligencia artificial que no sólo mejore nuestras condiciones de vida, sino que sea capaz de solucionar muchos de los problemas más añejos de la humanidad: el hambre, las enfermedades, las guerras… Ni qué decir de Neuralink que en 2022 comenzará el implante de chips en cerebros humanos para que las personas tetrapléjicas puedan controlar máquinas con la mente. En una de sus metas más controvertidas, Musk confía en que estos implantes se generalicen en un futuro cercano para que seamos una humanidad conectada y capaz de potenciar nuestros cerebros a niveles inimaginables. Auténticos cyborgs que por años parecieron un sueño de la ciencia ficción hoy están más cerca que nunca de hacerse realidad.