Aceptar estos comportamientos lo único que hace es glorificar hábitos que no son saludables para ningún ser humano ni física ni emocionalmente. La masculinidad tóxica, por ejemplo, nos hace pensar que el cuidado propio es “cosa de mujeres” y que los hombres debemos soportarlo todo, al grado de llevarnos más allá de nuestros propios límites físicos.
En cuestiones mentales, la masculinidad tóxica es la culpable de que los hombres busquemos ayuda cuando algo nos pasa, y nos hace sentirnos avergonzados cuando pasamos por episodios de depresión, ansiedad, abuso, porque, obvio, “los hombres no lloran”.
Crecimos pensando que no debemos tener sentimientos ni conversaciones sobre nuestros problemas y emociones. ¿Y qué es lo único que hemos logrado con eso? Un sentimiento de soledad y autorrechazo extraordinario.
Esto nos lleva, además, a no ser los mejores vecinos. Según un estudio realizado hace tres años, la masculinidad tóxica puede evitar que ayudemos a víctimas de bullying o acoso, ya que hacerlo podría tener consecuencias sociales negativas y pondría nuestra masculinidad en juego.
Según la Asociación Psicológica Americana, y después de más de cuarenta años de investigación, si quitáramos todas las expectativas culturales y estereotipos que se nos inculcan desde la infancia, no habría mucha diferencia entre los comportamientos básicos de hombres y mujeres. Así, lo que nos toca es definir una nueva masculinidad, una que no esté cerrada a experiencias básicas de la experiencia humana, como vulnerabilidad, la cooperación, la gentileza, la expresión de sentimiento, sin necesariamente olvidarse de aspectos típicamente masculinos, como la fortaleza; el sentido de aventura o o protección.
Hay que recordar que la masculinidad no es algo que la sociedad nos tenga que inculcar ni que se nos pueda quitar. Más bien, a cada persona le corresponde definir su identidad. Y en ese sentido, profundizar en lo que significa ser un hombre nos puede ayudar a aceptarnos mejor tanto a nosotros mismos como a los demás.
Para promover el cambio
Combatir la masculinidad tóxica no es algo que vayamos a lograr de la noche a la mañana. Pero eso no significa que no valga la pena hacer algo. Mientras más gente redefina su versión de masculinidad hacia una más inclusiva en cuanto a las experiencias humanas, más continuarán cambiando los roles de género en una escala mayor.
Personalmente, puede ser tan simple como educarnos en cuanto nuestras actitudes sobre la masculinidad y facilitar el espacio para que otros modifiquen sus definiciones. Invitar a nuestros amigos a expresar sus emociones y sentimientos al respecto y discutirlos abiertamente sin juzgar o criticar es una buena forma de comenzar.