Cobijado por la vegetación de Punta de Mita y en el interior del hotel W, en el restaurante Rubra convergen gastronomía, arquitectura y naturaleza.
Las latitudes más suculentas de Nayarit
La chef Daniela Soto-Innes es la directora creativa y junto con su equipo materializó un proyecto en el cual el espacio se siente tan vivo como el menú.
La sintonía con el entorno comienza con el huerto orgánico, en el que se cultivan hierbas, frutas y verduras que son empleadas para la elaboración del menú y cuyo espacio se extiende hasta la estructura de concreto rosa que alberga el comedor y la cocina proyectada por Ana Paula de Alba e Ignacio Urquiza.
El mismo cuidado que se puso en todos los detalles de diseño –desde el mobiliario, las vajillas y los uniformes hasta el comal, las obras de arte y el paisajismo– es el que se aplica en platillos como el callo de hacha con nopales y cedrón, las infladitas de suadero, las almejas reina con mantequilla avellanada o la barbacoa de cordero con maracuyá y hierbas.
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De la carta de bebidas merece una mención especial el coctel César el valiente, preparado al lado de la mesa con una edición exclusiva de tequila Cascahuín, sorbete de toronja, jugo de limón, un toque de sal rosa de Yucatán y vino espumoso rosado.
Más que sorprender, buscamos escuchar lo que el ingrediente nos quiere decir
“Más que sorprender, buscamos escuchar lo que el ingrediente nos quiere decir. A veces, la creatividad radica en saber hacer menos, en intervenir lo justo para dejar que la naturaleza brille. Esa filosofía nos permite encontrar un equilibrio entre innovación y respeto por el entorno”, asegura Soto-Innes. El resultado habla por sí mismo.