"Sería un error decir que es exactamente lo mismo que en verano", dice esta mujer de pelo corto de 38 años, para quien montar en bicicleta en invierno "requiere más concentración, mejor técnica" y una forma de circular diferente.
Pero incluso en invierno, para ella, este medio de transporte es imbatible: "Más fácil, más eficiente, más ecológico y más económico" que el automóvil y el metro.
Tormentas de nieve y temperaturas de hasta -40ºC: nada detiene al ciclista invernal.
Savard incluso confiesa que le "encanta" montar cuando acaba de nevar varios centímetros "para dejar la primera huella sobre la nieve fresca".
En las ciclovías de la ciudad, no es raro ver niños pequeños que viajan en un asiento en la parte trasera, abrigados como para ir a esquiar, de camino a la escuela o a la guardería. Los que optan por la bicicleta están superando rápidamente a los que eligen el trineo después de una tormenta.
"Al principio, éramos muy pocos", recuerda Frédéric Venne, que ya lleva quince inviernos desplazándose en bicicleta.
Desde hace dos años, las "sendas ciclistas despejadas" han convencido a más neófitos a unirse a los que durante mucho tiempo eran vistos como chiflados, añade, con las gafas de esquí colgando del casco.
Para Mathieu Lévesque, ha sido toda una revelación. A este quebequense barbudo de 35 años le encantaba andar en bicicleta "durante las tormentas", pero ahora se enorgullece de hacerlo "todos los días".