La manera en que viajamos a un destino tiene el poder de influir en la valoración general de nuestra experiencia. No es lo mismo recorrer una gran distancia a bordo de la clase turista de un vuelo comercial, que hacerlo en primera clase o tomar un vuelo privado. Igual de importante es la elección de nuestro alojamiento.
Más privado y exclusivo, imposible
Hay personas que disfrutan hospedándose en hoteles con cientos de habitaciones y miles de huéspedes –sin que esto signifique un sacrificio para la comodidad o la calidad del servicio–, pero hay otras que prefieren propiedades pequeñas en las que la privacidad y la máxima personalización están garantizadas. Y, claro, no hay que obviar el encanto, la personalidad y el carácter único de las latitudes que estamos por descubrir.
Una vez mencionado todo lo anterior, los lectores tienen que saber de antemano que la experiencia sobre la que están a punto de leer ha sido, probablemente, la más exclusiva que quien escribe este texto ha vivido en los términos previamente mencionados, con los actores principales involucrados: Exclusive Resorts, JVP Aviación y Telluride, Colorado.
Los elegidos para vivir esta experiencia fuimos trasladados a bordo de vehículos de lujo desde nuestras casas al aeropuerto de Toluca, punto desde el que abordamos un jet con destino a Montrose, Colorado. ¿El plan? Pasar tres días en Telluride y sus alrededores para descubrir sus atractivos y conocer las residencias con las que Exclusive Resorts cuenta en este punto montañoso de la geografía estadounidense.
La logística de un vuelo privado es radicalmente distinta y, por demás, conveniente. Los tiempos de espera son mínimos, los trámites son sorprendentemente ágiles y la experiencia de vuelo se planea para ajustarse a las necesidades de cada cliente –incluyendo, desde luego, los horarios– sin tener que pasar tiempo en largas filas ni salas de espera caóticas.
En nuestro caso, un jet para ocho pasajeros fue el vehículo de llegada a Colorado –con una breve escala en El Paso, Texas, para realizar trámites aduanales y migratorios– y la puerta de entrada que nos permitió conocer los servicios integrales que ofrece JVP Aviación.
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En cuestión de cuatro horas y media, habíamos llegado de Toluca a Montrose y ya íbamos camino a Telluride. Recorriendo estas carreteras de baja velocidad fuimos familiarizándonos con las particulares señas de identidad del destino: montañas, bosques de pinos, lagos, pequeños asentamientos dispersos a lo largo del camino e incluso el avistamiento a la distancia del mítico rancho que Ralph Lauren tiene en propiedad en este estado.
A nuestra llegada, la villa de Exclusive Resorts, localizada en Mountain Village, ya estaba lista. Esta compañía es un exclusivo club vacacional que fue fundado en 2002 y que ofrece a sus afiliados alojamiento en más de 75 destinos de todo el mundo, desde la costa Amalfitana a Tailandia y Costa Rica, entre muchos otros.
Al día de hoy, sus 4,300 miembros pueden elegir entre más de 350 residencias multimillonarias para sus vacaciones familiares, escapadas románticas o viajes con amigos, en las cuales se cuenta con el apoyo de mayordomos y un grupo de especialistas expertos que facilitan la planeación de tours, actividades y experiencias tanto dentro como fuera de las propiedades, además de solucionar tareas como el abastecimiento de la despensa o el refrigerador con los insumos que se les soliciten.
Nuestros anfitriones se encargaron de planear momentos especiales que nos acercaran más a la cultura local. Una mañana, por ejemplo, un chef local nos preparó el desayuno en la cocina de una de las villas –frittata, frutos rojos con yogurt, tocino frito– para tener la energía requerida para las actividades que se nos habían programado durante el día: paddleboarding en el lago Trout y un tour en jeep por las montañas de San Juan.
También tuvimos un par de sesiones de meditación guiadas por los miembros de Life Force, una empresa que cuenta con un acuerdo con Exclusive Resorts para ofrecer experiencias de wellness y mindfulness a sus huéspedes. En los tiempos libres, teníamos el jacuzzi a nuestra disposición, la sala con chimenea y, desde luego, la opción de salir a explorar el pueblo y el resort.
Telluride es un pintoresco pueblo de origen minero de ocho por cinco cuadras. Ahí viven 2,800 personas y para llegar basta tomar una góndola gratuita desde Mountain Village que sube por la montaña, hace una parada en San Sophia Station y desciende hasta él. El recorrido dura unos 10 minutos y permite admirar desde las alturas toda la riqueza natural de esta joya oculta de Colorado que no dista demasiado de destinos como Aspen o Vail.
En este profundo cañón rodeado por montañas, el ritmo frenético de las grandes ciudades se antoja como algo de otro mundo. Su calle principal reúne restaurantes, bares y todo tipo de negocios con un marcado acento local. En este lugar no existen las cadenas de comida rápida ni las franquicias. Restaurantes como Rustico, Chop House, Oak y The New Fat Alley BBQ ofrecen una muestra del saber hacer que sus habitantes han perfeccionado a lo largo de los años.
Entrar al bar New Sheridan es viajar al pasado glorioso de las cantinas al mismo tiempo que se disfruta de un moscow mule. Recorrer a la librería, las tiendas de ropa y sombreros, los cafés –The Coffee Cowboy y Allred’s son absolutos musts– y visitar las tiendas de recuerdos y decoración es una manera de conectar y profundizar con las raíces del lugar.
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En invierno, los deportes de nieve marcan el ritmo de los días. Durante el verano, las actividades en la naturaleza –pesca, ciclismo, rafting, paseos a caballo o caminatas– se sincronizan con el sol y las temperaturas más cálidas. Festivales de música, cine y arte, mercados en los que los vendedores locales ofrecen sus productos y distintas actividades al aire libre enriquecen la vida de habitantes y visitantes por igual.
Con algo de suerte, un atardecer despejado se vuelve un momento mágico para admirar el alpenglow, un fenómeno que hace aparecer un resplandor rojizo en el horizonte opuesto al sol a la hora del ocaso.
Si bien cada temporada tiene un encanto particular y descubre una nueva cara del destino, a todos nos quedó claro que hay algunas cosas que no cambian con el paso de los días. La primera es que no es posible visitar Telluride y no querer regresar.
La segunda es que no queremos que pase mucho tiempo antes de volver a tomar un vuelo privado. La tercera, estamos impacientes por ser miembros de Exclusive Resorts.