El diseño sí puede transformar el activismo
Tres líderes de opinión, basados en tres continentes diferentes, se dieron cita en la Ciudad de México para compartir las muchas maneras en las que su trabajo creativo ha enriquecido su lucha por el planeta.
En el marco de What Design Can Do , que estos días ha tomado la capital del país, Nadya Tolokonnikova –integrante del grupo ruso de punk, Pussy Riot –, Sunny Dolat –diseñador de moda, director creativo, cineasta y co-fundador del keniano Nest Collective– y Ahmed Shihab-Eldin –corresponsal de Al Jazeera y comentarista para medios como CNN, NBC, BBC–, compartieron el escenario del Frontón México para discutir qué significa ser activista en un mundo que está replanteando su manera de levantar la voz.
Estas son algunas de las lecciones que nos dejaron:
1. Descubre el alcance de tu voz y aprende a modularla
Para Nadya Tolokonnikova, el grupo ruso de punk fundado en 2011 como una forma de protesta en un país acostumbrado a rechazar casi cualquier amago de feminismo, la música fue un recurso que le permitió “amplificar su voz”.
Desde sus primeras presentaciones en sitios no autorizados, hasta su arresto en 2012, para la banda, el punk era solamente una manera de llamar la atención de la sociedad ultra conservadora de Rusia . “Yo soy artista. Estudié filosofía, no música. Tocamos punk porque sabíamos a quién nos dirigíamos, pero era intercambiable”, recuerda.
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“Una vez en Estados Unidos, hicimos una canción pop para acercarnos a los seguidores de Trump : lo importante es tener una estrategia y recordar que, si eres activista, también es fácil hacer muchos amigos que le den fuerza a tu voz”.
2. Olvida el miedo
“No usamos máscaras por miedo”, explica Tolokonnikova. “El gobierno es quien provoca miedo y ellos mismos ya saben quienes somos, así que no, no tiene que ver con despertar temor o protegernos”.
Sus presentaciones en vivo –que combinan música con performance enfocado en la violencia policiaca y la pérdida de la inocencia en manos del estado– , son testimonio del carácter artístico de Pussy Riot y su ingenio para llamar la atención y las máscaras son parte de su espectáculo.
3. El papel de la belleza en la subversión
Nacido en Kenia, Sunny Dolat entendió rápido que en el imaginario global, “los negros, los africanos y los gays, no eran retratados como ‘bellos’”. Sin embargo, desde pequeño también supo que esa misma belleza que le parecía ajena, sería el centro de su vida. “Cuando era niño entendí el poder de la belleza”, afirma.
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Tanto en las colecciones de moda, orgullosas de las tradiciones kenianas; Not African Enough, su libro de fotografía, que exhibe, cuando menos, una prenda de cada uno de los 55 países africano (“y no sólo de los mismos cinco de siempre: Sudáfrica, Kenia, Ghana, Nigeria y Marruecos”) para apuntalar su diversidad continental; y Stories of Our Lives, la aclamada cinta construida a través de entrevistas a más de de 250 personas queer, el trabajo del Nest Collective se ha dedicado a expandir, a través de la estética, los límites de lo que significa ser africano.
“Pueden decir que eres trivial o materialista pero, después de un tiempo, logré articular que estar en la presencia de la belleza es estar en la presencia de dios… es al espiritual, aunque yo no soy religioso”, desafía.
4. La objetividad es cosa del pasado
“Hace unos años, los periodistas eran los guardianes de la información”, sentencia Ahmed Shihab-Eldin.
Ciudadano estadounidense, hijo de padres palestinos, educado en Egipto y Austria, y corresponsal para medios de todo el mundo, Ahmed ha visto y soportado suficiente para entender que sus historias siempre serán contadas con su voz y a través de sus vivencias. Sugerir lo opuesto, sería un absurdo.
“Hoy un periodista debe luchar por su credibilidad”, continúa. ¿Cómo? “Aceptando que el problema del periodismo es uno de diseño”.
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Cuestionando cómo se presenta una noticia –desde el título hasta las imágenes que se utilizan–, Shihab-Eldin hace un llamado a la prensa para que descubran las historias detrás de las personas encargadas de compartir la información y a las audiencias a cuestionar estas influencias.
“Es muy diferente leer una nota sobre el conflicto en Siria cuando sabes que muchos de estos periodistas tienen a sus hijos en el ejército israelí”, explica a modo de ejemplo (no sin antes recordar que lo mismo sucede del otro lado de la frontera). “De una manera u otra, todos los periodistas son activistas”, termina. “Más nos vale saber qué es lo que están defendiendo”.