Un ágora llamado Guadalajara: un recorrido por la FIL
Guadalajara se transforma. Se viste por una semana con el carácter de la capital mundial del libro para ser la plataforma de más de 2 mil sellos editoriales. Por la calle, la gente camina a distintos ritmos. Un grupo de estudiantes se apresura a la taquilla para hacerse de una entrada por 20 pesos, una familia ya con boleto en mano se dirige hacia la entrada, mientras que una pareja avanza con mayor tranquilidad en sentido opuesto con el resultado de la jornada entre sus manos: algunos libros.
Apenas cruzar la puerta, una estructura cilíndrica sorprende a los visitantes. Pero no es su imponente tamaño, tampoco su color negro, ni siquiera la leyenda “ganarás la luz” que se puede leer en su circunferencia lo que atrae como un imán. Es lo radiante de su interior lo que obliga a entrar en este espacio, el pabellón de Madrid, la ciudad invitada de honor. Ya cautivos dentro de la construcción en forma de anfiteatro ideada por el arquitecto Alberto Campo Baeza, la luz es blanca y peculiar. A los ojos les cuesta trabajo adecuarse a su refulgencia.
De repente ocurre que un cuentacuentos asalta la atención y de la nada se apodera del espacio. Los que se tomaban una selfie, lo dejan para otro momento; el que hojeaba un libro, se detiene; los que están de pie, toman asiento en la escalinata. Los ojos y los oídos le pertenecen por completo al orador que narra con acento ibérico porque este año, Madrid, es la ciudad invitada a la segunda feria del libro más importante del mundo después de Frankfurt.
A pesar de que la tradición editorial señala a Barcelona como su capital en el país ibérico, Madrid se consolida como un punto neurálgico para la industria del libro. Cerca de 900 casas editoriales se concentran en esta ciudad y hoy están en Guadalajara para mostrar su fuerza. En los libreros que conforman la estructura de su pabellón, es posible pasearse entre las páginas de su diversidad. Lo mismo se encuentran a los autores del siglo de oro que a las nuevas plumas de la narrativa española. Lo mismo el cuento que la poesía, libros ilustrados para niños y títulos académicos. La diversidad sexual también está presente con las editoriales Dos Bigotes y Egales.
Pero en FIL Guadalajara no todo son letras, también hay números. Uno de ellos, muy importante para la industria editorial en español. Los organizadores dicen que la derrama económica que deja el evento más importante en su rubro en iberoamérica, se calcula superior a los 300 millones de dólares.
Recorrer es la primer actividad que todo lector debe ejecutar en esta feria. A lo largo de 34 mil metros cuadrados se despliegan las estanterías de las más de 2 mil casas editoriales que representan, no solo a los 47 países que acuden a la cita librera, sino que satisfacen las necesidades de lectores tan diversos.
Para Ana, Germán y Carlos, ésta es su primer vez aquí. Se ríen. Son sinceros. Vinieron porque su profesor los mandó. Sin embargo dicen sentirse contentos de haber venido. Se toman una fotografía que funja de testigo y prueba de la tarea realizada. Se alejan. se dirigen al foro donde se llevará a cabo el concierto de De la purissima y Sonido Gallo, agrupaciones de la delegación Madrid. “Esa sí la escogimos nosotros”, dicen.
Algunos, los impacientes, arrancan la cubierta de plástico que los separa de su nueva aventura lectora y se tiran en los escalones a ejecutar el acto que define a los lectores. Pero en estas instalaciones ocurre esta reunión más allá de las metáforas. Cerca de 800 mil personas buscan un encuentro con alguno de los 700 escritores que se presentan en la feria. Los escritores se presentan frente a quienes los han leído y comparten anécdotas y pensamientos. La experiencia podría tener un desenlace cuando el escriba marca la portadilla de su libro con una firma.
Así, durante 9 días, Guadalajara es el epicentro de las historias.