Los movimientos exactos que hacen llegar a las mujeres al orgasmo
“¿Cuál es la fórmula infalible para hacer que una mujer llegue al clímax ?”, se han preguntado en algún momento hombres y mujeres. La respuesta más común y apropiada es que cada chica diferente y, de igual manera, su orgasmo. Pero la ciencia , cansada de este vago argumento, parece haber conseguido un par de datos más esperanzadores.
A mediados de este año, la Universidad de Indiana de Estados Unidos, en colaboración con OMGYes, una plataforma interactiva en Internet, publicó un estudio para descubrir los puntos en que el género femenino coincide con mayor frecuencia cuando hablamos de orgasmos.
En la encuesta participaron 1.055 mujeres de entre los 18 y los 94 años (sí, 94 años), el 91% heterosexuales y un poco más de la mitad, casadas.
Se trataba de un listado de preguntas que abarcaban diferentes aspectos sobre sus preferencias y comportamientos sexuales, pero los ejes fueron cuatro de las interrogantes: ¿Cuánta presión prefieres que hagan cuando te tocan?, ¿qué tipo de movimiento disfrutas más?, ¿en qué zona de la vulva o de la vagina te gusta que te toquen?, y ¿qué parte del cuerpo prefieres que usen para hacerlo? Aquí los resultados al tan cuestionado qué, cómo y cuánto.
Dos tercios de las encuestadas respondieron que la estimulación directa al clítoris era la más excitante y la mayoría dijo que disfrutaba las caricias alrededor de la zona.
Sobre el movimiento, al 63% les gustaba de arriba abajo y al 51% en movimientos circulares. Otras de las conclusiones importantes es que un porcentaje considerable de las entrevistadas (41%) se inclinaba solo una forma de tocar en lugar de combinar -o intentar- diferentes y a casi todas le parecía más placentero una presión suave o media.
Toda esta información resulta útil bajo otro estudio realizado por el psicólogo estadounidense Barry Komisaruk. El neoyorquino detectó que el área cerebral (núcleo accumbens) que se activa con los orgasmos es la misma que controla el placer y, en consecuencia, los efectos que causan sustancias como la nicotina, el chocolate o la cocaína. Esto plantea la posibilidad de que, si con el tiempo hemos aprendido a controlar y utilizar deliberadamente estos productos para producirnos placer, en un futuro no lejano podríamos hacer lo mismo con la llamada petite mort.