La isla maldita que significa la muerte para cualquier persona que la pise
"Cualquier incauto que se acerque a esta isla morirá". Podría parecer una frase sacada de una película de Indiana Jones o una maldición escrita en la pared de unas antiguas ruinas, sin embargo, se trata de una isla muy real y actual... Una isla del Océano Índico a la que ningún barco ni turista osa acercarse para no pagarlo con la vida.
North Sentinel tiene apenas 72 kilómetros cuadrados cubiertos por una densísima jungla y se encuentra situada en el archipiélago de Adamán al este del Golfo de Bengala. Pese a que está, oficialmente, administrada por el gobierno indio, la presencia de estos en ella es nula y es considerada como una región completamente autónoma con un perímetro de exclusión de 3 millas náuticas (5.8 kilómetros) alrededor de ella. En Sentinel, la única autoridad son los sentinelenses, una tribu de unos 50 a 400 individuos –exacto, nadie ha tenido las agallas para ir a contarlos– que se defiende violentamente de cualquier cosa que provenga del mundo exterior.
Al parecer, la hostilidad sentinelense hacia el extranjero está basada en algo muy concreto. Tras varar un barco de la Compañía de Indias británica en 1771 en las playas de North Sentinel, los supervivientes narraron su lucha por la supervivencia contra los nativos y una expedición fue mandada, en consecuencia, desde Port Blair a tomar acciones al respecto en nombre de la Reina.
Su líder, Maurice Vidal Portman, quería conocer las costumbres de los nativos y capturó en 1880 dos ancianos que murieron rápidamente por enfermedad y dos niños que devolvieron a la isla, tal vez convertidos en verdaderas armas biológicas llenas de enfermedades europeas que diezmaron la población. Lo cierto es que, si algo consiguieron, eso era un odio visceral de la tribu a todo lo que viniera del mar. Ante la Royal Society, Vidal Portman, expuso que lo mejor que se podía hacer con los sentinelenses era dejarlos en paz, pero desgraciadamente no sería así.
En 1896, tres prisioneros indios escaparon de Port Blair en una balsa construida improvisadamente. Al parecer, estuvieron 30 millas a la deriva hasta que toparon contra el arrecife que rodea la isla y dos de ellos murieron en el acto. El único superviviente fue encontrado por una partida de búsqueda británica en la playa. Tenía múltiples heridas de flecha con punta de hierro y su cuello cortado.
Pocas han sido las visitas de protocolo indias desde la independencia del país. En 1975, por ejemplo, el rey Leopoldo III de Bélgica pasó la noche en el perímetro de exclusión en un crucero por las islas adamanas pero el resto de visitas no han sido tanto por placer, sino por accidentes. En 1977 el carguero MV Rusley tuvo la terrible fortuna de varar en los arrecifes que rodean la isla y se convirtió en una fuente de hierro para las armas sentinelenses.
Años después, en 1981, el MV Primrose también tuvo un naufragio similar. Mientras esperaban, vieron en la lejanía como en la playa "hombres negros pequeños con arcos y lanzas construían barcos". El capitán del Primrose pidió urgentemente que les lanzaran una caja con armas de fuego vía radio para que la tripulación se pudiera defender de la amenaza. Tras una semana de defenderse con hachas y bengalas, un helicóptero de una petrolera india los rescató.
Sin haber aprendido la lección de Vidal Porter, en 1991 el director del Servicio Antropológico Indio, Triloknath Pandit, y sus compañeros lograron un encuentro "pacífico" con los sentinelenses. Tras dejar varios regalos a lo largo de varias semanas, estos comenzaron a aparecer para lanzarle flechas o bien desnudos tocándose los genitales para intimidarle. Cuando consiguió finalmente tener un breve contacto no violento de unos minutos con ellos, estos cambiaron de idea y le volvieron a lanzar flechas nada más les dio la espalda para volver satisfecho a su embarcación. En 1996 Pandit dio por irresoluble su causa y cesó toda actividad en North Sentinel.
Las noticias recibidas desde entonces son pocas. En 2004, por ejemplo, un avión que observaba los efectos del terremoto en el Índico pudo ver como la isla se había levantado unos metros y como varios de sus habitantes le tiraban flechas y piedras. Asimismo, en 2006 dos pescadores de cangrejos indios fueron asesinados a flechazos al tratar de invadir sus aguas cercanas.
El problema es que, un asesinato es un asesinato, y las autoridades indias no pueden dejen pasar otro homicidio como el de los pescadores. Puede que los días de la última tribu aislada del mundo estén próximos a acabarse...