¿Todavía se puede evitar el cambio climático?
La fecha límite ha quedado clara: el año 2020. Para ese entonces, los efectos del cambio climático serán inevitables y la temperatura del planeta ascenderá 1,5 grados °C. Este es el escenario más probable si no se actúa según las predicciones recogidas en el documento Deadline 2020, elaborado para la sexta cumbre internacional de alcaldes C40 celebrada en la Ciudad de México el pasado mes de noviembre, que estima el coste total para la prevención en 475 billones de dólares a escala global para reducir 35 de los gigatones de emisiones anuales de Co2 para ese año.
Durante tres días, las actividades, conferencias y galas se sucedieron con base en un hotel Hilton Reforma franqueado por la policía y lleno hasta los topes de cargos políticos, periodistas y especialistas. De hecho, resultaba hasta difícil moverse entre los asistentes. Así, alcaldes de todo el mundo se reunieron para discutir, intercambiar estrategias y, en definitiva, colaborar para tomar cartas en el asunto desde una premisa muy concreta: "las ciudades son la primera línea en la lucha contra el cambio climático", tal y como lo aseveró Eduardo Paes, alcalde de Río de Janeiro y hasta entonces presidente de C40.
Sin embargo, Paes dejó la organización en buenas manos y su relevo es ahora una líder femenina carismática que no se deja intimidar por aquellos que niegan este fenómeno, como es el caso del nuevo presidente electo de EUA Donald Trump. Se trata de Anne Hidalgo, actual alcaldesa de París, cuyas políticas ecologistas han servido como ejemplo por estar en sintonía con el Acuerdo de las Naciones Unidas en su misma ciudad del 2015. Hidalgo, en tan solo dos años, ha logrado sacar los coches de las orillas del río Sena en favor de los peatones e incentivar los tejados verdes. "Debemos adaptarnos al cambio de temperatura y aliarnos con el sector privado para obtener financiación, las ciudades no son otra cosa que aceleradores de cambio", proclamó la política esperanzada.
Feminista de tradición, entre sus primeras medidas estuvo crear una iniciativa enfocada en apoyar a las líderes que promueven acciones climáticas bajo el nombre de Women4Climate –que se reúne periódicamente, en dos semanas en Nueva York–. “No podemos dejar en manos de otros las riendas de la creación de un mundo más sostenible para nuestras futuras generaciones. Estamos más que preparadas para este desafío”, proclamó en su discurso de fundación, a la vez que presentaba entre aplausos aquellas directoras y ejecutivas de ONG que marcan la diferencia.
Aunque, si pudimos concretar un punto álgido de esta decisiva cumbre, es necesario mencionar los Premios C40 que convirtieron el emblemático Palacio de Minería de la ciudad en un festival de color y música, inspirada en el folklore mexicano, para reconocer aquellas 11 ciudades cuyas políticas han mejorado su calidad ambiental. Presentados ante un público exultante por Michael Bloomberg, presidente de C40, exalcalde de Nueva York, filántropo y enviado especial de la ONU para el cambio climático, y Eduardo Paes, otorgaron un premio tras otro a estas vanguardistas localidades, votadas por un comité de expertos y alcaldes.
De tal manera y por citar algunos ejemplos, Calcuta, en la India, fue reconocida por su gestión de residuos, Yokohama, en Japón, como ciudad inteligente, la capital etíope de Adís Abeba en transporte o París –a una exultante Hidalgo– por sus planes de adaptación.
Así, estos tres días sirvieron para mostrar que no todo está perdido y que la catástrofe aún puede ser aminorada antes de que sea demasiado tarde. No obstante, la acción urge y queda mucho trabajo y esfuerzo en los próximos cuatro años. Un esfuerzo que empieza desde lo más pequeño y local para que pueda hacerse efectivo a nivel global.