Porque, ley de vida, todo va a las mil maravillas cuando somos adolescentes, hasta que llegamos a la edad adulta y empezamos a atisbar cómo la línea del pelo empieza a retroceder con peligrosidad y cómo esas entradas que antes solo veías en los mayores empiezan a encontrar puertas de salida.
La caída del pelo en el género masculino es, desafortunadamente, más frecuente y agresiva a partir de la segunda década de vida, ya sea repentina o gradual, con un alto porcentaje de los casos relacionados con la herencia familiar.
Más allá de los cuidados a la hora de limpiar y peinar, la salud de nuestro cabello comienza en los genes. El pelo es importantísimo: ejerce como una efectiva protección frente a los cambios de temperatura, pero también es un órgano muy sensible y el apéndice más grande del cuerpo humano.
BÁSICOS
Tanto la textura como el grosor, la forma de las entradas y los patrones de la caída son hereditarios, tal y como lo confirman multitud de estudios médicos y genéticos. Pero no solo de ADN vive el pelo. El grupo étnico o el estilo de alimentación, entre muchos otros factores, también influyen en su vitalidad.
Por ejemplo, en Asia el pelo es más grueso y abundante, mientras que las personas de raíz europea presentan fibras más delgadas y con menos densidad. No nos olvidemos tampoco de las canas. No obstante, si tienes antecedentes familiares, no te alarmes, existen tratamientos dermatológicos para retrasar este proceso.
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Las canas tienden a aparecer antes en personas de raza blanca que en aquellas procedentes del continente asiático y es relativamente normal que entre los 20 y los 25 años, el pelo empiece a hacerse más fino, pues algunos folículos pilosos dejan de producir vello.
Antes de alarmarte por ese mechoncito de pelo que se te cae tras un baño, debes saber que hombres y mujeres perdemos entre 50 y 100 hebras al día, un dato que puede resultar tremendista si no conocemos que el pelo se renueva de manera constante.
Es decir, cuando no existe esa regeneración debemos empezar a preocuparnos. Si por ejemplo la pérdida es repentina, revisa si un medicamento o suplemento está causando esa caída antes de consultar tu dieta con un nutriólogo y analizar los productos que utilizas para lavarlo.
El proceso de recuperación del covid-19 ha sido también una señal para muchos pacientes, que en ocasiones observaron pérdida de densidad capilar durante su convalecencia.
Otra luz roja es la salud mental, con pérdida, parches o adelgazamiento capilar en situaciones de estrés y shocks, tanto físicos como emocionales. No debes preocuparte, lo más normal es que sea temporal, pero no está de más buscar ayuda profesional para salir pronto de esa situación. Si ninguna de estas razones es tu caso, es imperativo consultar a un especialista en caída o a un dermatólogo.