¿Por qué los nuevos CEOs ya no usan corbata?
Las corbatas son una prenda indispensable, aunque muchos preferirían que no lo fueran. No son cómodas, crean una sensación de encierro en el cuello, y en días con mucho viento pueden convertirse en una pesadilla si se está al aire libre. De hecho, la periodista norteamericana Linda Ellerbee dijo que es el ítem más impráctico en el clóset de un hombre y cuestionó ¿por qué no simplemente dejan de usarla?
No fue la única que se lo preguntó y cada vez es más común la práctica de no añadir este accesorio a un atuendo formal, incluso en el entorno empresarial y político.
Los CEOs Jeff Bezos, Richard Branson y Mark Zuckerberg –de Virgin, Amazon y Facebook, respectivamente– son prueba de esto. Si se trata de políticos que para ciertos eventos formales le apostaron a no ponerse corbata, la lista incluye al presidente estadounidense, Barack Obama y los príncipes ingleses, William y Harry.
¿Por qué pasó esto si antes sería impensable?, ¿no es una moda más?
No se trata de una tendencia más, sino de un cambio en el código de vestimenta establecido. Los inicios de este fenómeno se remontan a los noventas cuando se implementó la práctica del viernes casual en las empresas. Después tomó más fuerza gracias a un millonario que marcó esa década y se caracterizó por sus camisas negras de cuello alto y jeans: Steve Jobs.
Hoy, la práctica se ha reforzado debido a que nuevas conversaciones alrededor del tema han cuestionado la utilidad de usar –o no– una corbata.
Además, ya se abrió otra pregunta: ¿se viola la individualidad de una persona al imponerle un código de vestimenta? Hay múltiples respuestas y una fue la de la Comisión de Derechos Humanos de Nueva York que ya logró prohibir que se fijen estándares respecto a la ropa de una persona. Es decir, si usas corbata será por tu gusto no por seguir una regla laboral.
¿Qué impresión da no usarla?
Esta pregunta es la duda existencial, y viene acompañada de otras: ¿resta seriedad prescindir de una corbata?, ¿existe el riesgo de verse menos profesional? Las respuestas son variadas, incluso entre especialistas.
Susan Scafidi, profesora en la Universidad de Fordham y fundadora del Fashion Law Institute visualiza un futuro sin muchas corbatas porque cree que “nos estamos moviendo hacia una era en la que la expresión personal destronara el deseo de crear una identidad corporativa”. Su perspectiva es que la individualidad será más importante que la institución, es decir, si eres bueno en lo que haces no le importara cómo te ves a la compañía.
Pero otros críticos creen que la corbata cumple un rol: crear la percepción de poder, reforzar la idea de una jerarquía y de autoridad.
Vanessa Friedman de The New York Times, opina que al menos cuando se trata de figuras públicas “usar o no una corbata es una calculación [para dar cierta imagen]”. Algunos políticos se la quitan para parecer más accesibles, esto no quiere decir que lo sean.
Y Alex Bilmes de The Guardian aconseja tenerlas a la mano y usarlas con frecuencia ya que, en su opinión: “Un traje sin corbata es aburrido, sin color, ni imaginación. Los trajes tienden a ser azul marinos o grises, las camisas blancas o azul claro. Las corbatas [no siguen reglas y] pueden ser brillantes o con textura. Además, influyen en la percepción”.