Y casi tres décadas después, el juego sigue siendo extremadamente popular entre sus seguidores, que se retan con cartas que representan las diferentes criaturas y sus distintas habilidades.
En el Campeonato Mundial de Pokémon, celebrado por primera vez en Japón, en la ciudad de Yokohama, los mejores jugadores tanto de cartas como de videojuegos se batirán por dinero ante miles de espectadores.
"He jugado desde niño", dice Ajay Sridhar, de 33 años, que viajó desde Nueva York con sus cartas para participar en el campeonato.
"Es por la competición, por la comunidad (...) A muchos de mis amigos de larga data los he conocido a través de Pokémon", explica a AFP.
"Es un poco como el ajedrez. Si no has jugado a ajedrez y ves una partida de alto nivel, no vas a entender qué está pasando", apunta Gilbert McLaughlin, un escocés de 27 años.
"Pero una vez llegas a cierto nivel de habilidad, hay mucha profundidad y complejidad en ello".
Valor en alza
Desde el ratón Pikachu al globo Jigglypuff o la tortuga Squirtle, existen más de 1 mil especies de Pokémon distintas y cada algunos años se añaden nuevas "generaciones".
Aunque desde el comienzo se intercambiaron y coleccionaron, el valor de las cartas se ha disparado en años recientes, tanto entre los aficionados como entre inversores que guardan poco o nulo interés hacia el juego.
Los factores que determinan su valor son su rareza, el personaje (Mew, Mewtwo, Pikachu y Charizard suelen ser los más cotizados) y el artista que las ha diseñado, que aparece indicado en la carta.
Han florecido numerosas webs dedicadas a ayudar a la gente a entender la vertiginosa variedad de cartas y sus múltiples marcas, con gráficos que muestran su valor a lo largo del tiempo.
La venta más cara se produjo en 2021, cuando el youtuber estadounidense Logan Paul pagó a un vendedor "misterioso" en una habitación de hotel de Dubái 5.28 millones de euros por una carta supuestamente única de Pikachu.
Al año siguiente, el youtuber de 28 años acudió a un combate de lucha WWE en Texas con la carta colgada del cuello, dentro de una caja protectora de plástico unida a una cadena de oro.