Ojalá fuera solo un tema de contundencia, o de posesión de balón, pero tanto a la ofensiva como a la defensiva, el Tricolor lleva varios meses sin convencer a nadie.
El Coloso de Santa Úrsula a reventar, los jerseys verdes pintando el estadio, pero el Tricolor no retribuye
Y no se ve la luz al final del túnel, porque la Liga MX no genera talento constante ni exporta jugadores en cada ventana de transferencias. En la liga local no existe el descenso, califican a Liguilla 12 de 18 equipos y, lejos de pensar en volver a la Copa Libertadores o tener más roce con el futbol sudamericano, los directivos mexicanos prefieren aliarse con la MLS estadounidense.
El Azteca: una oportunidad desperdiciada
Jugar en el Estadio Azteca, frente al público más exigente, pero a su vez el más fiel, siempre es una oportunidad para el Tri, y una gran ventana para cualquier seleccionador debutante, en este caso, Diego Cocca.
Puede dejar una buena sensación y seguir el camino sabiendo que cumplieron en casa, pero esta vez ocurrió todo lo contrario.
Como si los rayos y la tormenta que detuvieron por un momento el encuentro fueran un presagio, la llovizna de abucheos e insultos bajó desde las gradas al terminar el partido.
Más de lo mismo. El Coloso de Santa Úrsula a reventar, los jerseys verdes pintando el estadio, pero el Tricolor no retribuye.
Y claro, no se puede juzgar una etapa de trabajo con dos partidos, tampoco se puede determinar la capacidad máxima de un equipo con solo 180 minutos jugados, pero sí se puede entender el descontento de una afición que se ilusiona año tras año, y sigue sin experimentar cambios verdaderos.
No llegó la “reestructuración” en selección nacional. Nada cambia en el formato de liga mediocre y conformista, y encima, el nivel de los jugadores seleccionados no levanta, por más que en sus equipos luzcan bien o marquen diferencia.
Se puede entender el descontento de una afición que se ilusiona año tras año, y sigue sin experimentar cambios verdaderos
Los abucheos seguirán escuchándose, y aunque el Tricolor no pierda, la afición no estará contenta hasta ver un mejor funcionamiento, cohesión de grupo o, mínimo, un estilo de juego definido.
El gigante de la Concacaf parece encogerse, y la gente ya no tiene paciencia.