Las dos caras del true crime: el superviviente
El interés suscitado tiene mucho en común con la popularidad del terror. Si sus historias resultan casi adictivas es en buena parte porque nos permiten liberar adrenalina desde una sensación de total seguridad. O como dice el especialista en criminología Scott Bonn, “el efecto eufórico del true crime en las emociones humanas es similar al de las montañas rusas o los desastres naturales”, declaró a Time .
Sin embargo, la afición desmedida va más allá del placer de las sensaciones químicas. Es algo evolutivo. Especialistas han reiterado que si el terror es tan popular se debe en buena parte a que enseña cómo sobrevivir en situaciones de alto riesgo, aun cuando nuestra mente sabe que lo visto en pantalla casi siempre es tan falso como improbable. No es el caso del true crime, cuyas bases verídicas hacen que el cerebro humano esté especialmente atento a cada uno de los detalles. Tanto de la víctima y de los errores cometidos para caer en una situación de vida o muerte, como del agresor y el modus operandi empleado para atraer a las personas dentro de sus trampas. Lecciones que, por imposible que parezca para algunos, podrían ser la clave de nuestra supervivencia en caso de vernos atrapados en un caso similar.
Esta es la razón por la que las mujeres tienden a manifestar más interés por libros que relatan este tipo de historias, aunque con la condición de que las víctimas sean femeninas. Así lo reveló un estudio publicado en 2010 en el que se concluyó que “las mujeres temen más ser víctimas de un delito que los hombres […] las características que hacen que estos libros apelen a las mujeres es muy relevante en términos de prevención o supervivencia de un crimen”, se reportó . Si bien no hay estudios que lo avalen, esta podría ser la razón por la que Dahmer - Monster: The Jeffrey Dahmer Story de Netflix ha suscitado tal interés, ya que estrena en un contexto en el que los crímenes de odio hacia la comunidad LGBTQ+ son comunes.
El true crime es también una ventana de exhibición para los incontables fallos del sistema. Casi siempre de carácter judicial, pero también de muchos otros tipos. Ahí está The Good Nurse para demostrarlo, con una dura crítica al accionar del sistema hospitalario en los Estados Unidos.
Las dos caras del true crime: el asesino
Todo mundo tiene un lado oculto que apela a lo prohibido. Los especialistas del true crime lo saben y han sabido aprovecharlo para generar una inquietante conexión con las audiencias.
El psicólogo David Buss condujo un estudio para su libro The Murder Next Door: Why the Mind Is Designed to Kill. En este se concluyó que el 91% de los hombres y el 84% de las mujeres han fantaseado alguna vez con matar a alguien. No se refiere a un modo breve que se limite a la idea, sino uno vívido y en ocasiones extremadamente violento. Es perturbador, pero el especialista nos invita a estar tranquilos. Asegura que no es sino un impulso normal en la mente humana y que en la mayoría de los casos no estará ni mínimamente cerca de concretarse.
El 91% de los hombres y el 84% de las mujeres han fantaseado alguna vez con matar a alguien
Lejos de fomentar la violencia, el true crime invita a vivirla desde un modo seguro. No sólo desde la perspectiva de la víctima, sino también la del asesino. Una parte oscura de nosotros disfruta con el poder que estos personajes tienen sobre la vida y la muerte, pero al final asimila que lo hecho estuvo mal y entiende que el victimario debe pagar por sus crímenes. Es por esto que el grueso de estas narrativas cierra con las condenas, que pueden ir de la pena de muerte a numerosas cadenas perpetuas que garantizan que estos individuos permanecerán encerrados para siempre.
El auge del true crime parece destinado a continuar por un buen rato e incluso podría aumentar todavía más de continuar por esta ruta. Lo disfrutamos enormemente, pero cruzamos los dedos para que disminuya lo antes posible, pues esto sería un indicador de que el mundo en que vivimos es cada vez menos violento, lo que a su vez haría que estas historias fuesen menos necesarias.