Pero los miedos nunca se concretaron. Todo lo contrario. Rogue One fue un éxito rotundo y hoy día es común escuchar que se trata de la mejor película de Star Wars en la era Disney. Y como tal, la gente exigió más. Un reto mayor por el destino de todos sus personajes y que obligó a Lucasfilm a mirar hacia atrás en busca de nuevas historias. El sueño finalmente se concretó con Andor.
Andor: Un personaje necesario
Hubo un tiempo en que la afición de Star Wars era vista como la más leal en la historia del entretenimiento, un calificativo que cambió con el paso del tiempo. Primero con la trilogía de precuelas y después con la de secuelas. Hoy día, algunos actores han descrito a los warsies como mayoritariamente tóxicos.
Para ser justos, la llegada a este punto no ha sido completamente culpa de la gente. Por un lado, se trata de un fenómeno complejo en el que las audiencias quieren seguir sorprendiéndose como la primera vez. A esto sumemos el factor Lucasfilm, cuyo afán por sacar el máximo jugo de la franquicia bajo las órdenes del ratón desembocó en la sobresaturación y en la afectación directa del legado. Personajes clásicos como Luke Skywalker, Leia Organa, Han Solo, Darth Vader y Palpatine se vieron, en mayor o menor medida, tocados durante los intentos de ser llevados a nuevas generaciones. Sus reemplazos, Rey, Finn, Poe Dameron, Kylo Ren y Snoke, quedaron lejos de emular el éxito al ser poco más que tibias calcas que nunca demostraron su potencial.
Las exigencias del público por algo nuevo y rompedor sólo se concretaron con The Mandalorian que mostró caras nunca vistas de la galaxia lejana. Aunque Cassian Andor es un personaje preexistente, su show va en esta misma línea al tratarse de un guerrero del que no sabemos nada, salvo que hizo “cosas terribles en nombre de la rebelión”, tal y como él mismo confesara en Rogue One.
Es de este modo, un personaje que no habita en los extremos del bien y del mal, sino que deambula por en medio. Tampoco es el héroe perfecto, si es que siquiera podemos etiquetarlo como tal. Es más bien un individuo atormentado, cuyos errores en una era dominada por la tiranía y la impunidad, lo sumen en situaciones complejas de las que no hay vuelta atrás. Situaciones que aumentan sus tensiones dramáticas, pero también su humanidad. Y como tal, su conexión con las audiencias. Más aún en los tiempos que corren, que en más de una ocasión parecen dominados por el Imperio galáctico. No vivimos en una época en la que necesitemos del viejo heroísmo, sino de la esperanza. Eso es precisamente lo que Andor y el resto de los personajes de Rogue One representan.