Sabina y sus familiares era socio o administrador de tres empresas: Ultramarinos Finos, Relatores y El Pan de Mis Niñas, con las que se gestionaron sus derechos de autor, inmuebles en Madrid y Rota, un velero y libros antiguos, como expresa el inventario recogido en la sentencia, del pasado 13 de abril, reportó Europa Press.
Durante los tres años que abarca la inspección tributaria, esas tres compañías generaron más de 12 millones de euros en ingresos de explotación: “Todos estos ingresos tienen una relación directa con el demandante, ya sea por servicios facturados o por cobro de derechos de autor (cedidos por el demandante a la sociedad), con las actividades profesionales en las que la intervención” de Sabina “constituía el elemento esencial y personalísimo de la prestación del servicio correspondiente (realización de galas, royalties, ventas nacionales de discos, colaboraciones en prensa, etc)”.
En su defensa, el interprete de "19 días y 500 noches" argumentó que no tenía relación con alguna de esas sociedades, si bien los magistrados de la Audiencia Nacional citan sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que clasificaron como “inverosímil” ese argumento y que determinaron que el cantante tuvo una tributación inferior a la que le correspondía por aplicación del valor normal de mercado, “lo que hubiera determinado un tipo de gravamen superior al del Impuesto sobre Sociedades, y un consiguiente aumento de la renta a imputar” al cantante por el IRPF.
Hacienda, en su liquidación a Sabina, acordó subirle su base impositiva del IRPF después de que el cantante hubiera pagado una menor tributación con sus empresas por el Impuesto de Sociedades.