“¿Por qué la gente no está aterrorizada?”, se pregunta un astrónomo al ver que todos permanecen indiferentes a la noticia de un asteroide de casi 10 km. que impactará contra nuestro planeta. Más trágico es percatarse que esta misma desesperación puede trasladarse a un mundo real aquejado por todo tipo de problemas que nadie parece tomar en serio aun cuando muchos de ellos amenazan con terminar nuestra existencia. Y es precisamente aquí donde radica buena parte de la mucha grandeza de 'No miren arriba' (Don’t Look Up).
Adam McKay se convirtió en referente de la sátira con El reportero: la leyenda de Ron Burgundy (2004), pero sólo alcanzó la élite realizadora con La gran apuesta (2015) y El vicepresidente: más allá del poder (2018). Dos cintas inusuales que abordaron crisis económicas y políticas a partir de un crudo realismo, pero empapado de excéntricos tintes de comicidad. Una fórmula controvertida que le valió el aplauso de muchos y el rechazo de otros, pero que le permitió hacerse con una esencia propia que hoy resulta inconfundible.