Acabas de tener un triunfo enorme en Cannes que te hizo merecedora a una ovación de pie de ocho minutos. ¿Qué sentiste en ese momento? De entrada, ¿te imaginabas el potencial que tenía la película cuando decidiste hacerla?
No, para nada. Estábamos muy sorprendidos, emocionadísimos. Era la primera vez que yo veía la película; sólo había visto el trailer en mi celular. Teodora me decía que era mejor que la viera hasta que estuviera completa, y qué bueno que le hice caso, pues realmente la descubrí en las mejores condiciones. El Teatro Claude Debussy, donde se presentan las películas de Un Certain Regard, tiene un sonido increíble. También fue muy impresionante otra vez estar en una sala de cine absolutamente llena. Había unos protocolos sanitarios muy estrictos. Todos los invitados teníamos que estar vacunados, nos hacían PCR cada 48 horas y todos estuvimos con cubrebocas obligatorio durante toda la película. Pero volver a sentir el pulso de la colectividad de la sala oscura y llena, con una pantalla enorme… son las condiciones para las que está hecho el cine. Ahora estamos acostumbrados a ver las películas en las pantallas de nuestras casas o en las computadoras, y ahorita con la pandemia no nos quedaba de otra,así que fue muy emocionante. Cuando terminó la proyección tenía un nudo en la garganta porque tuve que contener toda la emoción. Si no me hubiera echado a llorar. Cuando empezaron los aplausos sí me ganó la emoción, pero sobre todo porque fue muy impresionante. Además, mis hijas estaban en primera fila, y fue un regalo enorme de la vida poder compartir con ellas este momento inolvidable de mi vida.
¿Cómo fue para ti como mamá verte en ese papel tan fuerte?
Desde que leí el guión me pareció una historia tremenda y me conmovió muchísimo. Me pareció un guión súper bien escrito. Fue producto de una investigación de casi seis años de Teodora y de Habacuc de Rosario, que es el coguionista, de Tamaulipas, mexicano, y que había escrito un libro sobre la violencia en México, que se llama Sin trincheras. Por otro lado, Teodora, que es rumana-belga y enamorada de este país. Hicieron esta historia juntos y recogieron los testimonios de muchas mujeres pero encontraron una en especial, que fue la que les inspiró a construir el personaje de Cielo. El hecho de que Teodora sea de otro país le da una distancia objetivadora que aporta a esta película otra perspectiva. Es una mujer que se niega a ser víctima, que no tiene miedo que saca una fuerza que no se imaginó jamás. Es un personaje muy emocionante porque no sólo toma la justicia por su propia mano, sino que toma su propia vida. Evoluciona, empieza en un lugar y termina en otro totalmente distinto. Es muy inspiradora.
¿Qué fue lo más difícil de ser Cielo?
Es uno de esos personajes que te desafían, que te responsabilizan, pero que están tan bien estructurados que da mucho placer hacerlos. Y cuando las historias están bien escritas y los personajes bien estructurados, entre más te haces preguntas, analizas y estudias, se van abriendo las capas. La película nos cayó en plena pandemia, comenzamos a grabar en noviembre en Durango, que estaba en semáforo rojo. Tuvimos todo el apoyo del estado para poder hacer la película y había un protocolo sanitario muy estricto. Mi personaje está en todas las escenas de la película; nunca me había pasado. Así que yo sabía que si me enfermaba el rodaje se iba a detener. Entonces me vitaminé, estuve muy al pendiente de mi salud física, de mi entrenamiento. Hice yoga todas las mañanas, trataba de dormir bien. Estábamos muy concentrados porque el compromiso era que sólo podíamos ir del hotel a la locación y luego de regreso. Cuando Teodora finalmente pudo viajar a México y nos encontramos por primera vez –ya habíamos hablado por Zoom– se dio una enorme complicidad, intimidad y confianza absoluta. Es una mujer muy inteligente, muy sensible, que desmenuzó muy bien el personaje. Hicimos un análisis exhaustivo del personaje y conocíamos muy bien su historia y su universo. Por la pandemia, no pude entrevistarme con ninguna madre que hubiera estado en esa situación, pero vi algunos materiales audiovisuales muy doloroso. También, Teodora me compartió toda su investigación, y Cielo se fue construyendo. Se fue bordando el asunto hasta verificarlo en escena.
Trabajé con actores como Álvaro Guerrero, Eligio Melendez, Jorge Jimenez, y fue padrísimo porque, por ejemplo, Álvaro y yo estudiamos en la misma escuela y ya habíamos hecho mucho teatro juntos, así que había un lenguaje común. Paradójicamente, fue muy rico el trabajo, cuando era una cosa tremenda para mi personaje.