Netflix lo hizo de nuevo. Después de ponernos en una situación de histeria apocalíptica colectiva con Bird box, la plataforma de streaming regresa con Disomnia, una cinta con una premisa tan bizarra como aterradora: ¿qué pasaría si de la nada todos perdiéramos la capacidad de dormir?
Según casos que han ocurrido a lo largo de la historia, no dormir cuatro días puede causar alucinaciones severas, paranoia, pérdida de memoria a corto plazo y falta de concentración, psicosis. ¿Qué pasaría si todos sufriéramos de esto al mismo tiempo?
En Disomnia, la población mundial se ve incapacitada para dormir, lo que, como era de esperarse, provoca una histeria mundial y la pronta acción de la comunidad científica. A la par, Jill Adams (Gina Rodriguez), descubre que su hija Matilda (Ariana Greenblatt) podría ser la solución para salvar a la humanidad.
La fortaleza de esta cinta es a la vez su debilidad. En ella, el director Mark Raso intenta llevarnos en un viaje que juega con nuestra mente de una que pretende asemejar lo que la verdadera falta de sueño haría: cada vez más, la historia y la atmósfera crecen en cuanto a la confusión que aportan. Conforme la anarquía global se desata, muy al estilo de Ensayo de la ceguera de José Saramgo, es muy fácil caer en un tipo de desesperación que nos hace preguntarnos si realmente estamos disfrutando la película o no, pero también es inevitable preguntarse: ¿qué pasaría si no pudiera dormir?
Según Alastair McLean, investigador especializado en el sueño, el impacto principal sería en nuestras relaiones interpersonales, pues nuestra irritabilidad estaría en niveles máximos. En cuestión de rendimiento, después de 24 horas tendríamos microsueños, que son periodos de sueño de no más de 30 segundos.
Nuestra habilidad cognitiva también saldría gravemente afectada, perderíamos la motivación, la moemoria y nos costaría más tiempo y esfuerzo tomar decisiones. A la par, adquiriríamos una rigidez de pensamiento que nos impediría pensar en algo en más de una forma distinta.
De manera similar, desarrollaríamos problemas visuales, alucinaciones, paranoia e incluso dificultad para hablar.
La persona que más tiempo ha pasado sin dormir es Randy Gardner, quien en 1963, a los 17 años de edad, rompió el récord al mayor tiempo que un ser humano pasaba sin dormir, con once días y 25 minutos, simplemente por la diversión de intentar romper la marca. Su "hazaña" llamó la atención del mundo de la ciencia, pues ofrecía la posibilidad de estudiar el deterioro de la salud a causa de la privación del sueño. Como dato curioso, Guinness World Records ya no reconoce en sus registros el tiempo sin dormir, debido a los daños que puede causar a la salud.
En los datos recopilados por los científicos a través de Gardner, después de unas horas, el joven comenzó a mostrar cambios de humor y movimientos torpes. Al poco tiempo comenzó a delirar y decía que era un jugador de futbol americano.
Lo curioso e que, después de quince horas de sueño, un chequeo médico indicó que Randy no tenía secuelas de ningún tipo.