Dinamarca, que había sido mejor hasta entonces y quería dedicarle el triunfo a su compañero (ya trasladado a un hospital, estabilizado y despierto), acabó hecha un mar de nervios y de frustración, consciente de que la derrota complica mucho sus opciones en un torneo al que llegaba como aspirante a hacer algo importante.
El partido se ajustó pronto al desarrollo previsto. Dinamarca, con mucha posesión y tratando de mover la pelota para buscar huecos. Finlandia, con su habitual línea de cinco, atrás, bien junta y solidaria, esperando su oportunidad.
Sacrificio y orden. Así aguantaron muchos minutos los 'búhos reales'. El problema es que apenas se asomaban a la portería de Schmeichel. Pukki, la estrella finlandesa con pasado en el Sevilla, , apenas tocó pelota. Ni un tiro a puerta hicieron los finlandeses en la primera parte.
Dinamarca, en cambio, tuvo media docena de ocasiones. Wind, Delaney, Braithwaite, Eriksen, Højbjerg estuvieron cerca. La 'dinamita roja' movía la pelota con paciencia y sus hombres de ataque creaban problemas, pero no acababan de perforar la meta de Hradecky, que metió un par de buenas manos.
Y entonces llegó la tragedia de Eriksen, que convirtió el Parken en el escenario de un drama, en el césped y en la grada. Jugadores corriendo hacia el '10' danés, el personal médico, las camillas, los masajes cardíacos. Las lágrimas, la desesperación de Delaney o Schmeichel. Eriksen tapado por sus compañeros y sacado del estadio.