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La novena del Cruz Azul también es de Tito Villa

El ex futbolista platicó con Life&Style sobre el título celeste, el campeonato que quitó la losa de 23 años sobre la historia de Cruz Azul.
vie 04 junio 2021 06:22 AM
Queretaro v Toluca - Clausura 2016 Liga MX
Emanuel Villa un símbolo del Cruz Azul celebró a pleno el éxito del equipo de sus amores.

La energía con la que Emmanuel Villa gritaba sus goles, ese rostro de euforia con las cejas arqueadas y los brazos al aire, sus pisadas fuertes por la línea de meta, parecen antónimos de la calma y tranquilidad con la que responde mis mensajes. "Tito" es amable en todos sentidos, cálido al grado de hacerme sonreír en cada nota de voz. “Figura” me dice, y yo me la creo, por lo que no preparé un cuestionario para platicar con él. Me sincero, quiero hablar de la emotividad que vivió al terminar la final de vuelta del Guard1anes Clausura 2021, torneo que recordaremos como aquel en el que el Cruz Azul recuperó el aliento.

“Emoción, alegría, desahogo, nostalgia. Muchísimos sentimientos encontrados, pero todos ellos lindos, bien canalizados. Estuvieron mucho tiempo guardados y ahora hay que disfrutarlos. Sentimientos enfocados en mí, pero también muchos colectivos, generados por ver a ex compañeros, a personas que conozco del club, amigos que he dejado, todos ellos consiguieron el título y me trajeron lindas emociones”, me dice Emmanuel Villa vía telefónica. Ya está en casa, en Querétaro, después de una temporada más. Aunque ya no es con shorts y espinilleras, “Tito” Villa todavía trabaja en días de partido; el delantero centro, quien jugó más de 13 años en la liga mexicana, enraizó sus sentimientos en La Máquina. La gente, las vivencias, la presión que significó vestir la casaca celeste lo enamoraron así, como pega el amor, sin avisar.

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Con esas palabras, Tito me describe lo que el domingo 30 de mayo dejó más que claro, por enésima vez, en sus redes sociales: su corazón es azul y la Noria es su casa. El video que subió esa noche lo muestra celebrando el noveno campeonato cementero, concretado tras 23 largos años de espera, con el puño agitado y el semblante de quien consiguió algo casi impensable. Villa, que ahora es analista en la cadena TUDN, estaba en la transmisión del juego, en el palco del Estadio Azteca.

“Claro que no jugué ni mucho menos, pero he estado cerca todo este tiempo. En este momento mi trabajo me permite estar cerca de la institución, de la gente, y es realmente lindo vivirlo”, celebra el también ex delantero del Derby County inglés. Antes de llegar al Azul, Villa jugó en la Premier League, del 2007 al 2009. Su paso por Europa fue corto, solo militó en el Derby County y regresó a tierra americana para jugar en el Estadio Azul. Aceptó el reto de venir en México, arribó a La Noria y el resto es historia. Un campeonato de goleo con La Máquina, docenas de anotaciones que le valen el respeto de los aficionados al club y una lengua azul, sí, porque cuando se trata de hablar del actual campeón de la Liga MX, “Tito” Villa no escatima, agradece y atesora.

“Uno no sabe lo que le depara la vida, pero sí supe al llegar a Cruz Azul que, en ese momento, llegaba al club más importante de mi carrera, en todos los aspectos. Lo demás se fue dando, la identidad, el sentido de pertenencia que se generó en los años que pasé allí. A pesar de no haber conseguido ningún título, las sensaciones y los dividendos fueron buenos en lo personal. Un cariño y respeto mutuo con la gente, que se fue quedando en el corazón con el paso del tiempo, y se acentuó. Cruz Azul marcó un antes y un después en mi corazón y en mi carrera”, me dice Tito entre sorbos al mate. De haber jugado la final ante Santos, pienso, Villa habría celebrado más que Jonathan Rodríguez el gol del título, el 1-1 en el Azteca. Villa habría defendido a Jesús Corona en el último altercado que se suscitó, ya con la corona en la vitrina asegurada. Tito habría volteado a la grada celeste para agradecerles todo el esfuerzo y habría terminado empapado en sudor, quizá con sangre, propia o del rival, en algún rincón del uniforme. Ese es Tito Villa.

La estadística oficial marca que el nacido en Argentina y naturalizado mexicano no ganó títulos con el Cruz Azul, no tiene campeonatos con el club, pero la novena estrella, de alguna y otra manera, le pertenece también. Cuántos niños se convirtieron en aficionados celestes por la letalidad de Villa en el área rival, cuánta gente no se enamoró de los goles del Tito y por eso apoya los colores de La Máquina. O, del otro lado de la cancha, cuántos aficionados a otros equipos mexicanos no recordamos lo duro que era saber que el rival tenía de 9 al Tito… No somos pocos.

...entre los que se bajaron del barco y los que no, los que tiraron sus posters y sus banderas, creo que hoy es una época de disfrutar.

A la afición, incluso esa que solía crecer en el ecosistema cruzazulino, esa desesperada y harta de que su equipo no rompiera la malaria y que decidió ya no apoyar más, a todos ellos, Tito les dice: “… sin diferenciar entre los que se bajaron del barco y los que no, los que tiraron sus posters y sus banderas, creo que hoy es una época de disfrutar. Un momento único para muchas generaciones que jamás lo habían vivido y hoy lo están disfrutando. No es momento de recriminar nada a nadie, por más que eso de hoy si le voy y mañana no le voy, al menos en mi país natal, no existe. Y no soy nadie para juzgar, solo hablo desde las creencias que me han inculcado desde pequeño”. Villa apela a esa pequeña diferencia que, tal vez, ha hecho que el futbol se expanda por el mundo entero sin encontrar dificultad, ese gramo de emoción extra que en el largo y corto plazo brillan siempre en esta disciplina deportiva: así como un gol cambia todo en el minuto 88, como un mal despeje hace de una gran actuación un rotundo fracaso, como un cambio puede transformar la dinámica de un equipo, también en 90 minutos se pueden esfumar dos décadas de impotencia.

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¿Perdió fe en el 0-1? Recordemos, Tito estaba en el palco de transmisión de TUDN en el Azteca. La corbata bien anudada, los audífonos que no paraban de transmitirle información. La postura cuidada, el argumento siguiente en la punta de la lengua. Y de pronto, la zurda de Diego Valdez hace que todo México pensara que, de nueva cuenta, Cruz Azul podría no ganar: “A ver, es que yo estaba trabajando (ríe), lo más concentrado posible. Intenté analizar de la mejor manera el partido, no entendía porque el Cruz Azul mostraba esa cara. De alguna manera sí lo entendía pero no lo podía creer con este equipo, una intensidad más baja a la que nos tenían acostumbrados. Mucha imprecisión”, me dice Tito con muecas, reviviendo ese malestar que duró minutos, aunque pudieron sentirse como partidos completos. “Como en el box tal cual, que te meten una piña y claro, si no te preparas para no recibir más, entonces te van a noquear. Al medio tiempo y ya con los testimonios lo sabemos, fue muy duro. Para el segundo tiempo de ese partido volvimos a ver al Cruz Azul de toda la temporada, el mejor equipo del torneo”, agrega Villa.

Por ellos

De su paso por el Azul, Tito no conserva muchos shorts o jerseys. Naturalmente, tiene en algún lugar especial una playera de cada temporada que disputó con La Máquina, quizá algunas más de aquella campaña en la que salió campeón de goleo. Pero al preguntarle por la más valiosa, la que no cambiaría por nada, Tito solo puede pensar en sus hijos. Me dice que claro, sí que hay indumentaria que tiene mucho valor sentimental, incluso hace un paréntesis y recuerda todas las playeras y shorts que ha regalado a lo largo de su carrera. Pero no, no hay jersey, comenta, que no pudiera cambiar por una sonrisa de sus hijos.

...está difícil decirles que no (usen los viejos jerseys). Si un hijo se enorgullece de llevar una playera de su papá

“Más que para mí, las guardo para mis hijos. Y por más que esas playeras, esas prendas estén en un lugar privilegiado ahora, en un museito, pues a ver cuánto duran. Si los hijos deciden querer usarlas, está difícil decirles que no. Si un hijo se enorgullece de llevar una playera de su papá… No hay tregua, es muy preciado”.

Y en algunos años sus hijos, su prioridad en todos sentidos, podrán contar a los amigos -con la playera de jugador puesta, con el número de Villa-, aquel día en que su padre celebró un campeonato del equipo más significativo de su trayectoria.

Antes de despedirse, Tito Villa me vuelve a desear salud y éxito, es más amable todavía. Colgamos y lo imagino, me quiero poner en su lugar, sentado con un mate y con la satisfacción de, desde su sillón, haber otorgado una entrevista para platicar del campeonato de Cruz Azul. Sí, del campeonato de Cruz Azul.

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