Que los atletas provenientes de Rusia ganen una medalla de oro en Tokio 2020 es una situación sumamente viable, solo hay que revisar los medalleros recientes. Rusia ha ganado más de 15 preseas de oro en las más recientes cuatro ediciones olímpicas (19 en Rio 2016, 24 en Londres 2012, 24 en Beijing 2008 y 28 en Atenas 2004). Cuando esto pase en Japón, el sonido del recinto deportivo hará sonar el Concierto para Piano número 1 de Piotr Tchaikovsky, pieza seleccionada por el Comité Olímpico Internacional y avalada para fungir como himno de los atletas que provienen de Rusia y que competirán bajo la bandera del ROC (siglas que obedecen al Comité Olímpico de Rusia, en inglés).
En definitiva, colgarse un oro es el momento más ansiado para cualquier atleta olímpico, la culminación de años de esfuerzo y metas apiladas, una consecuencia de todo un sistema de trabajo y un calendario inamovible, pero estar ahí y no poder cantar tu himno nacional, no poder explotar en lágrimas al ritmo que define tu país suena a una tragedia que pocos están dispuestos a experimentar.
En los uniformes, el comité ruso sí llevará los colores de la bandera de su país, pero en una combinación que dista del lábaro otiginal. Será curioso ver a rusos quizá entonando su himno por encima de las notas de Tchaikovsky, o quizá con la mirada fija en las gradas, como buscando una bandera en el público, público que tampoco los acompañara a Tokio.
Estos colores, uniformes e himno serán la identidad de los atletas rusos para Tokio 2020 y para los Juegos Olímpicos Invernales de 2022, a disputarse en Beijing.