La actual caótica relación entre Rusia y el Comité Olímpico Internacional es una de las novelas más citadas por el periodismo deportivo. Reediciones, nuevas tramas y testimonios surgen semana tras semana con más y mejores detalles de la problemática de dopaje que envolvía hasta hace poco al deporte ruso, un tema sistemático, germinado y criado por las instituciones deportivas de esta nación, que en 2017 se hizo público e hizo estallar los testimonios, investigaciones y consecuencias.
Como era de esperarse, Rusia está vetada de cualquier competencia deportiva internacional. La Agencia Mundial Antidopaje dictaminó, en 2019, excluir a este país de cualquier evento oficial en por lo menos dos años. La bandera y el himno ruso están vetados de estos eventos y, aunque algunos atletas rusos clasificados a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 sí irán a sus pruebas –después de demostrar por su cuenta que están limpios- no podrán festejar con su bandera izada y mucho menos escucharán el himno ruso en caso de obtener alguna medalla de oro, y es precisamente este capítulo de la gran novela el que más recientemente se escribió, con la obra de Tchaikovsky de fondo.