Si bien Lola nació en Francia, su familia se mudó a México cuando ella tenía tres años y se estableció en la costa del estado de Nayarit. Fue así que se fue fortaleciendo su vínculo con el mar y la naturaleza. “México forma una gran parte de mi corazón ya que he vivido aquí desde los tres años”, afirma.

A los seis años aprendió a surfear en Sayulita y a los 14 participó en su primer torneo en California. Su estilo libre y ágil le ha permitido llegar a eventos como el Noosa Festival of Surfing, en Australia, y el Vans Duct Tape Festival, torneo que espera poder ganar algún día. En la actualidad, Lola divide su tiempo entre la creación de joyería, que vende en el negocio de su familia –un hotel y una tienda en Sayulita–, y su pasión por el mar. “Desde niña he dividido mi tiempo entre estas dos pasiones que me ofrecen un vehículo de expresión. Muchas veces, el tiempo que paso en el mar me inspira para hacer algún diseño. Cuando no estoy en el agua paso mi tiempo creando”, explica.