Y aunque el famoso ratón es prácticamente el emblema de la compañía, antes de él existió Oswald the Lucky Rabbit, sin embargo, el distribuidor para el que trabajaba Walt Disney registró a sus espaldas los derechos de la caricatura, por lo que Disney aprendió la lección y a partir de entonces, se aseguró de poseer legalmente todas sus creaciones... y mucho más.
Gracias a Mickey Mouse, Walt Disney comenzó a capitalizar sus creaciones. En 1930, un hombre en Nueva York le ofreció al joven caricaturista 300 dólares por la licencia para poner al popular ratón en lápices que fabricaba. Posteriormente, Mickey Mouse apareció en platos, cepillos de dientes, radios, muñecos, un libro y hasta una tira cómica en un periódico. y varios artículos más.
La película más taquillera de la época
Cuatro años después, en 1934, Walt Disney ya contaba con un equipo de animadores a quienes les relató la historia de Blancanieves y los siete enanos (1937). Les tomó tres años concluir y estrenar la película animada, la cual rápidamente se convirtió en la más taquillera de todos los tiempos, un récord que mantuvo hasta que fue superada por Gone with the Wind, en 1939.
A la primera princesa de Disney le siguieron Pinocho y Fantasía, que fueron lanzadas en 1940 y pese a ser obras maestras para la época, sus costos eran demasiado elevados, que en combinación con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la compañía se vio obligada a reducir su tamaño. A pesar de esto, Dumbo (1941) y Bambi (1942) vieron la luz con un presupuesto limitado.