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Entrevista exclusiva a Brandon Flowers y Ronnie Vannucci de The Killers

Los rockstars hablan sobre su nuevo álbum, Imploding the Mirage, su amor por México, la evolución de su música y cómo se mantienen entre las mejores bandas del mundo.
mar 16 junio 2020 09:00 AM

En Estados Unidos hay más de 200 sucursales de TacoTime, una franquicia especializada en el cliché de la comida mexicana en el extranjero. A las afueras de Nephi, en Utah, existe una que, pese a ser idéntica a las demás, es especial para los fanáticos de The Killers. El cantante Brandon Flowers tuvo su primer empleo ahí, lavando platos y pisos. Su madre también trabajaba en el local, que está a un costado de la autopista I-15.

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En exclusiva, Brandon Flowers cuenta cómo pasó de ser un niño tímido, que sólo soñaba con ser un valet parking en hoteles de Las Vegas, al frontman de The Killers.

Desde ese sitio, cuando era adolescente, Brandon leía una y otra vez “Las Vegas. 5 horas. 542 kilómetros”, sin sospechar que ese letrero era, más que una señalización de tránsito, una brújula que le mostraba su destino.

“Siempre lo tenía presente. No me di cuenta hasta que volví a Utah, pero cada salida en ese pueblo decía Las Vegas y tenía una flecha hacia esa dirección”, dice en entrevista exclusiva con Life and Style. “Era un recordatorio diario: nací en Las Vegas y era cuestión de tiempo para que regresara”.

El futuro frontman de The Killers, el menor de seis hijos de una familia mormona, convenció a sus padres, Terry y Jane, de que le permitieran mudarse a casa de su tía en la Ciudad del Pecado.

“Mi papá dejó que me fuera a los 16 años. Ahora que soy padre, no puedo imaginar cuán difícil fue para él, porque no era un niño difícil del que se quisieran deshacer, era un niño dulce”, explica con esa voz suave con la que interpreta “Caution”, el primer sencillo del nuevo álbum de la banda, Imploding the Mirage. “También debe haber sido muy duro para mi mamá saber que pudo pasar más años conmigo. Pero era importante que yo saliera de ahí”.

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Imploding the Mirage The Killers
Imploding the Mirage es descrito por Brandon como una respuesta muy personal a Wonderful Wonderful. El lanzamiento del nuevo disco sería el 29 de mayo, pero fue pospuesto por la pandemia.

La música lo flechó a los 12 años, cuando escuchó los discos de The Smiths de su hermano Shane. Se volvió fan de New Order y The Cure, la primera banda que vio en vivo, y aunque ya tocaba el piano, la posibilidad de componer canciones no se le ocurrió en el garage de sus amigos, tan llenos de acné como de delirios de grandeza, sino cuando trabajaba en el Stallion Mountain Golf Club.

Ahí conoció a Trevor, un tipo que por su excentricidad (cabello teñido de rojo) y creatividad (hacía cortometrajes) le mostró un camino insospechado. “Él fue muy importante para mí, nunca me hubiera imaginado ser una persona creativa”, dice Brandon.

Era un joven introvertido y aún no entiende qué fuerza lo impulsó a apostar por el piano, su voz y sus letras para subir a un escenario. En esa época compró Hunky Dory (1971), de David Bowie, y ya no hubo marcha atrás. “Algo hizo clic. Es una obra maestra, así que no sé qué haría pensar a un joven de 19 años: ‘Mmm, voy a hacer esto’”, recuerda.

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Cree en el esfuerzo, pero también en la suerte, y algo de razón tiene: cansado de huir del numetal —género que dominaba las listas de la época con bandas como Linkin Park y Limp Bizkit—, encontró por n a sus iguales gracias a un anuncio en una revista para formar una banda, que el guitarrista Dave Keuning lanzó como una botella al mar.

En el cuarteto que formaron, junto al baterista Ronnie Vannucci y el bajista Mark Stoermer, todos creían en el rock clásico, pero estaban dispuestos a fusionarlo con influencias electrónicas y pop. Más allá del sonido como identidad, fue un objetivo en común lo que los hizo una agrupación sólida.

“Los cuatro teníamos una visión única”, dice Ronnie. “Queríamos tocar en estadios, que no era una aspiración común. Esa clase de ambición nos unió. Yo había estado en algunas bandas que no compartían esa visión; les bastaba con tocar en Silver Lake o ir a Nueva York, y yo pensaba: ¡Pero si tenemos todo el mundo por conquistar!”.

Como la vida es una carrera de obstáculos, la salida fue en el polo opuesto de la meta, ese estadio repleto que anhelaban. El primer concierto de The Killers fue en un pequeño sitio llamado The Junkyard. Los vieron y escucharon una decena de personas, sin saber que “Mr. Brightside” se convertiría en el himno de una generación. Brandon se ríe al recordar esa noche. “Solo estaban mi mamá, mi hermano y mi primo”, dice. Estaba tan nervioso que olvidó las letras y casi vomita. “Pero la experiencia fue enorme para nosotros”.

These changes ain’t changing me

Brandon Flowers LS The Killers.jpg
Imploding the Mirage, según Brandon Flowers, hace referencia a haber dejado Las Vegas. Desde hace dos años se mudó a Park City, Utah.

Es un día de finales de febrero en la Ciudad de México. El coronavirus es una amenaza distante. Todavía hay conciertos y el distanciamiento social parece la disparatada idea de una novela de ciencia acción ambientada en China.

Resulta improbable imaginar que, en unas semanas, Brandon subirá un video a las redes sociales cantando el coro de “Mr. Brightside” y lavándose las manos para mostrarle a sus fans cómo debe hacerse. Todavía parece imposible que The Killers, en vez de ir a un famoso programa de televisión para promocionar su nuevo disco Imploding the Mirage, deberán hacerlo con la ayuda de un teléfono celular desde su est udio, a través de su cuenta de Instagram, mientras la alegría de 25,000 de sus fans se traduce en una erupción de corazones multicolores en una esquina de la pantalla.

En esta tarde soleada en las o cinas de Universal Music —en la que aún no existe la “nueva normalidad”— es posible estrechar la mano de Brandon y comprobar, sin sana distancia, que el tiempo ha teñido su cabello de un tono grisáceo. El vocalista, que el 21 de junio cumple 39 años, tiene un aire sereno. Ya no parece ser más ese roquero con fama de insolente.

“Seguí algunos consejos de los hermanos [Noel y Liam] Gallagher [los soberbios fundadores de Oasis]”, dice al recordar los tiempos de los álbumes Hot Fuss (2004) y Sam’s Town (2006), cuando enloquecía a los periodistas con sus respuestas cortas o enfadaba a otros al asegurar que eran la mejor banda de rock. “Creo que [esa actitud] era un mecanismo de supervivencia. En realidad me sentía muy seguro, emocionado, y pensaba que éramos la mejor banda del mundo. Y deberías ser así si tienes veintitantos años y estás en un grupo de rock”.

*** Lee el resto de la entrevista exclusiva a The Killers en la versión impresa o digital de Life and Style.

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