
Desde ese sitio, cuando era adolescente, Brandon leía una y otra vez “Las Vegas. 5 horas. 542 kilómetros”, sin sospechar que ese letrero era, más que una señalización de tránsito, una brújula que le mostraba su destino.
“Siempre lo tenía presente. No me di cuenta hasta que volví a Utah, pero cada salida en ese pueblo decía Las Vegas y tenía una flecha hacia esa dirección”, dice en entrevista exclusiva con Life and Style. “Era un recordatorio diario: nací en Las Vegas y era cuestión de tiempo para que regresara”.
El futuro frontman de The Killers, el menor de seis hijos de una familia mormona, convenció a sus padres, Terry y Jane, de que le permitieran mudarse a casa de su tía en la Ciudad del Pecado.
“Mi papá dejó que me fuera a los 16 años. Ahora que soy padre, no puedo imaginar cuán difícil fue para él, porque no era un niño difícil del que se quisieran deshacer, era un niño dulce”, explica con esa voz suave con la que interpreta “Caution”, el primer sencillo del nuevo álbum de la banda, Imploding the Mirage. “También debe haber sido muy duro para mi mamá saber que pudo pasar más años conmigo. Pero era importante que yo saliera de ahí”.