Ford vs Ferrari: Una rivalidad de película
La rivalidad entre Ford y Ferrari es un clásico del automovilismo porque trasciende la velocidad y los triunfos. Los motores que mantiene en marcha esta historia de antagonismo, hasta el día de hoy, no son los que generaron la potencia de los Ford GT40 que arrebataron a los Ferrari 330 P3 los tres primeros puestos de las 24 horas de Le Mans en 1966, sino los egos —mucho más poderosos que cualquier máquina— de los hombres-marca Henry Ford II y Enzo Ferrari.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se empeñó en conquistar el podio en todos los ámbitos. “Querían poner un hombre en la Luna y también ser los más rápidos en la Tierra”, explica Carlos Jalife, historiador del automovilismo. Henry Ford II materializaba ese espíritu. Entendió que ganar Le Mans se traduciría en un incremento exponencial de sus ventas. Ford incluso intentó comprar Ferrari, pero el acuerdo se cayó cuando tuvieron que decidir cómo se llamaría la compañía. “Henry quería ‘Ford-Ferrari’, Enzo dijo que debía ser ‘Ferrari-Ford’. Ahí se rompió todo”, según Jalife.
A.J. Baime, autor de Go Like Hell: Ford, Ferrari, and Their Ba le for Speed and Glory at Le Mans, en el que se basa la película Ford vs Ferrari, escribió que Henry II le dijo a su equipo: “Vamos a patearles el trasero”, y prometió que le arrebatarían el podio de Le Mans a Ferrari, que dominaba la competencia desde 1960.
Para lograr esto, Ford se alió con Carroll Shelby, interpretado por Matt Damon en la cinta, famoso por crear los autos Cobra y Mustang. Con su experiencia como piloto y fabricante, mejoró los tres Ford GT40 que, en la edición de Le Mans de 1966, manejaron Ronnie Bucknum, Bruce McLaren y Ken Miles. Este último personaje, encarnado por Christian Bale, representa la forma en que las políticas y los intereses económicos de este deporte rebasan la pasión por conducir.
Como se narra en el documental The 24 Hour War (2016), Ken llevaba una ventaja muy amplia en Le Mans, seguido por los otros dos Ford. Esto significaba una victoria aplastante de la marca estadounidense ante Ferrari. Además, cruzar la meta en primer lugar implicaría para Miles un récord histórico, porque nadie había ganado en un año las tres competencias más importantes: Daytona, Sebring y Le Mans.
Sin embargo, en un giro inesperado de tintes cinematográficos —que le interesó al director James Mangold para adaptar esta historia—, Henry Ford II le ordenó que bajara la velocidad para que así, con el objetivo de crear una imagen con fines publicitarios, los tres autos Ford GT40 pudieran ser fotografiados al cruzar la meta. Esto le arrebató la gloria a Miles, pues los jueces determinaron que Bruce McLaren era el ganador, ya que había llegado en paralelo a Ken y, como arrancó metros atrás, había recorrido más distancia. “Eran ideologías completamente distintas. Para Enzo Ferrari, la velocidad era su pasión, empezó a vender autos para poder financiar sus coches de carreras; Ford competía para vender más”, explica Jalife.
El retrato de esta rivalidad, que se estrenará en noviembre, muestra a dos hombres que llevaron el automovilismo a otro nivel, fieles a sí mismos: Ferrari perdió conservando su ideología de intentar ser el más veloz; Ford ganó, irónicamente, desacelerando para respetar su filosofía de conseguir el crecimiento económico de su marca, aunque a costa del sacrificio deportivo de un piloto que lo dio todo. Ken Miles murió dos meses después, el 17 de agosto de 1966, probando un nuevo auto de Ford.