Ryan Gosling recuerda en entrevista a Neil Armstrong
Ser el primero y el único, al menos por un instante. Hacer historia. Estos hitos sólo se logran con la obsesión que obliga a apostarlo todo por un sueño que, para muchos, puede rayar en lo lunático. Estos son elementos que caracterizan a exploradores, como el astronauta Neil Armstrong, y a algunos artistas, como el actor Ryan Gosling y el director Damien Chazelle, quienes los llevan incrustados en su código genético. Es una fuerza que los impulsa hacia lo desconocido, a subirse a un barco para desafiar el miedo al fin de la Tierra —cuando se pensaba que ésta era plana— o a alejarse de ella proyectados por un cohete, como hace exactamente cinco décadas lo hizo la tripulación del Apolo 11, con el objetivo de pisar la Luna, el 21 de julio de 1969. Y así, literalmente, arriesgarlo todo con tal de dejar una huella.
Es una fuerza que los impulsa hacia lo desconocido, a subirse a un barco para desafiar el miedo al fin de la Tierra —cuando se pensaba que ésta era plana— o a alejarse de ella proyectados por un cohete, como hace casi cinco décadas lo hizo la tripulación del Apolo 11, con el objetivo de pisar la Luna. Y así, literalmente, arriesgarlo todo con tal de dejar una huella.
Sin embargo, esa frase tan corta y perfecta como un eslogan era imprecisa a nivel humano, pues en realidad ese “pequeño paso” fue para él como la última zancada antes de cruzar la meta de una maratón emocional. Armstrong —en su calidad de héroe al ganar la carrera espacial que legitimó, simbólicamente, a Estados Unidos como la mayor potencia global por encima de Rusia en plena Guerra Fría— obvió el costo personal y familiar de esta misión.
Justamente sobre esta historia íntima apuntó la cámara en First Man Damien Chazelle, quien convenció a Ryan Gosling de la importancia de contar la vida privada del famoso astronauta y su sacrificio al liderar la misión del Apolo 11. “Claro que el filme aborda la rivalidad causada por la carrera espacial que conocemos, pero lo que no sabemos son las historias personales de quienes se dedicaron a esto y, en muchos casos, perdieron hasta la vida tratando de conseguir lo que parecía la tarea imposible de poner al hombre en la Luna”, dice Gosling en exclusiva para Life and Style. “Neil era la persona indicada en la que debíamos enfocarnos para representar esto, porque él y su esposa Janet sufrieron una gran cantidad de pérdidas antes y durante esta misión”.
First Man, que obtuvo el Oscar a Efectos especiales, marcó la segunda colaboración entre Ryan Gosling y Damien Chazelle, quien también lo dirigió en La La Land. El actor canadiense confiesa que, desde niño, la Luna era para él sinónimo de Neil Armstrong, pero darle vida en esta biopic fue muy revelador por el entendimiento completo que tuvo del astronauta en términos emocionales. “Sabía muy poco de él, pero mientras más aprendía, más crecía mi admiración y respeto”, revela Ryan. Interpretar a este pionero también resultó una inmersión profunda debido a lo paradójico que resultaba como personaje, pues pese a ser el hombre más famoso del mundo en su época, era sumamente discreto. “Neil era, sin duda, un hombre producto de su tiempo y era una persona muy reservada, ensimismada e introspectiva. El reto más grande, para mí, fue honrar esas cualidades que eran tan inherentes a su condición humana y, aun así, encontrar un camino para transmitir a la audiencia el estado emocional que atravesó en el periodo que retrata la película”
Obsesivo y lunático
Las obsesiones definen a los personajes en el cine. Lo mismo pasa con las personas en la vida real. Eso lo sabe bien Damien Chazelle, quien ya ha dejado su huella en el séptimo arte al ser el cineasta más joven en la historia en ganar un Óscar como mejor director, a los 31 años, por La La Land (2016). La misma lógica aplica para entender a los artistas: los temas que repite un narrador de historias, sus obsesiones, lo exponen. Basta leer entre líneas la filmografía del realizador de First Man para que quede claro que se empeña en explorar a hombres obsesivos.
El denominador común de sus cintas es centrarse en el costo del objetivo de sus personajes —siempre jóvenes, como él— y si vale o no la pena el precio de alcanzarlo. En Whiplash (2014) retrata a un baterista de jazz que quiere tener éxito a como dé lugar y en La La Land, el drama existencial de un pianista de jazz que trata de triunfar en la industria con un género cada vez menos popular y que, a su vez, se enamora de una actriz empecinada en que Hollywood reconozca su talento.
Con First Man, que formó parte de los festivales de cine de Venecia, Toronto y Morelia, Chazelle exploró una vez más el tema de la obsesión, pero a través de un hombre que se juega todo por ir a la Luna. Su logro es que con este filme consiguió generar suspenso pese a que el desenlace de la trama es conocido por todos. “Lo que la hace emocionante es la perspectiva personal”, dice Gosling. “Es muy difícil entender cuán peligrosas y atrevidas eran aquellas misiones. Esta película pone al público en la cabina de los pilotos, como si fueran ellos los que tienen la misión de ir al espacio y pisar la Luna”.
Jason Clarke, quien dio vida a Ed Higgins, el primer astronauta estadounidense en hacer una caminata espacial y amigo de Armstrong, coincide en la pericia del director. “Damien ha hecho algo extraordinario y creo que la cinta se quedará grabada en la audiencia por mucho tiempo. Solemos mitificar la misión de conquistar la Luna, y lo que él hizo fue mostrar descarnadamente cómo se logró. Se trata de la determinación y también del fracaso”.
Gosling quedó sorprendido por la manera en la que el joven realizador manejó un set de producción mucho más grande, sin perder esa esencia que caracteriza sus películas. “Damien tiene una habilidad fuera de lo común para trabajar en una escala masiva, pero manteniendo una atmósfera muy íntima para su elenco y su equipo de producción. Sus películas son una aventura tanto para sus colaboradores como para el público”.
De la luna a la cocina
Una lectura sencilla sería afirmar que First Man es la historia de un viaje a la Luna, pero la acción sucede bajo la piel de sus personajes y, en ese sentido, es una travesía emocional porque retrata el proceso de duelo de Neil Armstrong tras perder a su hija. Fusionar y equilibrar estos dos elementos que parecen disímiles fue el objetivo para Chazelle, Gosling y el guionista Josh Singer (The Post y Spotlight), quien adaptó la biografía First Man: The Life of Neil A. Armstrong, del autor James R. Hansen.
Los tres lo tuvieron claro desde el principio del proyecto, luego de que Clint Eastwood decidiera no dirigirlo. El realizador siempre supo que quería que su película aconteciera entre “la Luna y el fregadero de la cocina”, dos espacios yuxtapuestos cuyo cable a tierra es el sentido del deber de un hombre y las texturas de la vida cotidiana de una pareja.
“No puedo imaginar una mayor dualidad que aquella entre la intimidad de la vida personal de Neil Armstrong y la naturaleza infinita del espacio que se entrelaza con ella”, explica Gosling. “Estos astronautas utilizaban su conocimiento científico para contender con los misterios del universo y, al mismo tiempo, sacaban la basura y podaban sus céspedes en la Tierra”.
Se plasmó, como si de iluminar el lado oscuro de la Luna se tratara, la intimidad de un matrimonio que fue sometido a un enorme nivel de estrés. Claire Foy, quien saltó a la fama al protagonizar las primeras dos temporadas de The Crown y en esta cinta interpreta a Janet, la esposa de Armstrong, emplea una analogía precisa para definir el tipo de drama que vivió la pareja.
“La única forma en la que yo pude comprender esa sensación de vivir en permanente peligro es compararla a la que se tiene cuando alguien se va a la guerra. Es lo único que puede llegar a ser similar”, reflexiona la actriz inglesa. “Porque es muy claro que quienes organizaban las misiones no podían garantizar la vida de esos hombres. Esto, precisamente, explora la película: qué lleva a esta gente a hacer cosas que, en apariencia, son absolutamente suicidas”.
El reto de Gosling fue mostrar la vulnerabilidad de Armstrong, pese a ser un tipo que rara vez exponía sus emociones. “Él era una persona de mucha profundidad y hubo muchos niveles de su personalidad que me causaron admiración, aunque no me sentí conectado con facilidad”.
Tras lograr un entendimiento de Armstrong, comprendió que por ser el primer hombre en la Luna, el único por un instante, sigue siendo una historia relevante a nivel humano el día de hoy. “Cuando a Neil le preguntaron qué pensaba que el futuro de la exploración espacial nos revelaría, él afirmó que ‘nos quitaría la venda de los ojos y nos permitiría ver las cosas de la manera en que siempre las debíamos observar, pero no nos había sido posible hasta ahora’. Creo que eso sigue siendo tan relevante como cuando lo dijo".