Viggo Mortensen, el actor que debe ganar el Oscar por 'Green Book'
Viggo Mortensen se mueve con el mundo. Sabe que éste es redondo, pero no sólo en la obviedad geográfica, sino como un círculo que nos une a todos. Vive entre Madrid y Nueva York. Habla fluido danés, francés, español e inglés.
El noruego, ruso, sueco, italiano y árabe también han sido pronunciados por el estadounidense en sus películas. Y pinta y fotografía, y escribe y compone, como si los idiomas fueran insuficientes para todo lo que tiene que decir.
Viggo el músico, el políglota, el editor, el poeta, el actor y el viajero. El hijo de padre danés y madre estadounidense. El que vivió su infancia en Argentina y su juventud, en Dinamarca . Ese Viggo que lo ha visto todo, que estudia la historia antes de meterse en un personaje, es quien habla de la empatía. El hombre global, que ha estado en todos lados, es quien difumina las fronteras
“La ignorancia viene, pienso, de la falta de exposición a gente o ideas que no son familia- res, a otras razas, otras culturas, otros vecindarios, códigos de ética, formas de hablar o hacer las cosas. La única cura para la ignorancia es la experiencia directa con la gente y las ideas a las que no estás acostumbrado”, afirma Mortensen en entrevista.
Aunque nunca se ha considerado un ejemplo, se expresa desde el conocimiento. En Argentina se crió como el hijo de alguien dedicado a las granjas y a la administración de ranchos. Tras acabar sus estudios de Política y de Español en la Universidad de Saint Lawrence, dejó la Gran Manzana para vivir en Dinamarca.
Escribía poemas y cuentos cortos mientras trabajaba en un muelle, sin saber que publicaría, muchos años después, el libro Ten Last Night , con el que fundó, en 2002, su editorial Perceval Press.
Entre Europa y Nueva York, a donde volvió, encontró los caballetes y los lienzos, los rollos y las lentes, los pentagramas y los instrumentos. Así publicó varios álbumes, entre ellos, Time Waits For Everyone y 3 Fools 4 April. Toda su manifestación deviene de la exposición a otras culturas, la contemplación y el entendimiento.
“La foto, la pintura o la poesía son sólo extensiones de mí y de cómo percibo las cosas. Son mi forma de comunicarme. No las separo. Todas son lo mismo. No creo que los niños separen ninguna forma artística. Los adultos nos dicen que hay artistas y otro tipo de personas. Los niños, si quieren dibujar, dibujan. Si quieren cantar, cantan. [...] Hay que poner atención, recordar lo que has visto y traerlo de vuelta, participar en la vida”, dijo alguna vez a Time.
Este sexagenario ha trabajado así también sus eclécticas interpretaciones en la pantalla. Se mueve en varios universos, si se habla de cinematografía: fantásticos, como el de El señor de los anillos ; clínicos, como cuando hizo a Sigmund Freud en A Dangerous Method; violentos, como el de Eastern Promises, y familiar, como en Captain Fantastic; por las dos últimas fue candidato al Óscar.
Su película más reciente, Green Book, por la que fue nominado como mejor actor en los Globos de Oro –la cual obtuvo el premio a mejor película musical o comedia—, demuestra cómo en la observación del otro está el entendimiento.
Cuenta cómo un chofer racista, Tony “Lip” Vallelonga, debe llevar al jazzista afroamericano Don Shirley en una gira artística de norte a sur de Estados Unidos, donde prevalece la discriminación. Con un libro que marca los lugares donde los negros pueden hospedarse o comer, estos hombres, aparentemente tan disímiles, empatizan poco a poco.
“Muestra cómo la experiencia compartida de dos personas muy distintas puede desarmar en un grado significante, y eliminar la ignorancia y el prejuicio”, enfatiza Viggo, el artista que se inspira en el mundo.