Gato Barbieri, el músico que llevó la sensualidad a las películas
La escena nunca falla: dos personas desnudas se besan y acarician en una cama con sábanas de satín. La pareja retoza al ritmo del sensual sonido del saxofón, de fondo, que marca cadenciosamente los movimientos con sus notas altas y sutiles.
El responsable, en gran medida, que la música de saxofón sea reconocida como música de fondo típica para el romance o de rupturas amorosas pero también para las escenas eróticas de casi cualquier película, es el saxofonista y precursor del jazz latino, “Gato” Barbieri.
Todo comenzó con la música que escribió para El último tango en París, la película del recién fallecido director Bernardo Bertolucci.
Filmada en 1972, El último tango en París resultó controvertida, e incluso censurada, Leandro “Gato” Barbieri supo darle a la cinta –a través de la composición de la banda sonora y su interpretación–, una atmósfera cargada de lujuria al drama erótico protagonizado por Marlon Brando y Maria Schneider. El resto es historia.
Gracias a la tendencia de la industria del cine en convertir en cliché todo lo que funciona, la fórmula del saxofón en las escenas de alta carga sexual fue repetida una y otra vez hasta el cansancio y pronto se convirtió en el motivo principal de las películas softporn –esas malas y rebajadas versiones para televisión de paga que muchos esperaban ver después de la medianoche–.
Años más tarde, en 1984, Wham! –el dueto ochentero del cual formó parte George Michael–, ayudó a reforzar el cliché con la canción 'Careless Whisper', cuyo momento más recordado es el solo de saxofón.
Si bien “Gato” Barbieri popularizó la relación del instrumento de aliento con el romance y la sensualidad, esta idea surgió años antes. Durante el nacimiento y popularización del jazz , en los años 20-30, este género musical era mal visto por gran parte de la sociedad estadounidense tanto por su origen afroamericano como el estigma de música para marginados.
Esta mala reputación a causa de los ritmos suaves y cadenciosos, provocó que ciertos sectores de la sociedad estadounidense se escandalizaran por los “ritmos lascivos”. El saxofón, al ser un instrumento de reciente creación, fue el más juzgado al no tener raíces en la música clásica o de conservatorio, considerada entonces la “buena” música.
De esta forma, el sonido del saxofón se convirtió en un sinónimo de lascivia y lujuria, razón por la cual “Gato” Barbieri lo utilizó en la creación de la banda de El último tango en París y reforzó un cliché cinematográfico y musical que se impregnaría en varias generaciones.