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¿La segunda temporada de Stranger Things realmente vale la pena?

La segunda parte de la serie arranca lento pero la paciencia siempre tiene sus recompensas.
vie 03 noviembre 2017 10:10 AM
Stranger Things 2
Stranger Things 2 Un arranque lento que explota en los últimos tres episodios. (Foto: Jackson Davis/Netflix)

Lo más importante que hay que saber sobre la segunda temporada de Stranger Things es que hay que ser pacientes. De entrada porque para la mitad a uno le dan más ganas de meterse a la televisión y agarrar a cachetadas a la bola de nerds adolescentes que la protagonizan que seguir viendo la eterna cara de angustia de Winona Ryder. Y es que los pubertos residentes de Hawkins, Indiana han crecido mucho y se han vuelto más irreverentes que nunca desde que Eleven desapareciera junto con el malvado Demogorgon.

Si bien Stranger Things 2 no se tarda en resolver esta interrogante, inicia planteando un escenario que por momentos parece más una nueva trama que una continuación. La historia, que arranca casi un año después de los acontecimientos del episodio final de la temporada anterior, nos presenta a un Mike (Finn Wolfhard) bastante amargado, que se niega a deshacer de la cama de Eleven (Millie Bobby Brown) en su sótano y a diario trata de contactarla por su walkie-talkie. Aunque a Dustin (Gaten Matarazzo) finalmente le salieron los dientes, no deja de hablar siseando ni de pelearse por cualquier cosa con Lucas (Caleb McLaughlin) que sigue siendo un necio insoportable. Por su parte Will (Noah Schnapp) parece estar recuperado pero frágil, y su madre Joyce (Winona Ryder) sigue actuando histérica como si nunca lo hubiera encontrado.

Aparentemente lo único nuevo en sus vidas es que ahora van a jugar videojuegos además de Calabozos y Dragones, pero siguen recorriendo el pueblo en sus bicicletas que ya empiezan a quedarles chicas. Por su parte, Nancy (Natalia Dyer) sigue siendo novia de Steve (Joe Keery) como si nunca nos hubiéramos dado cuenta que en realidad está enamorada de Jonathan (Charlie Heaton), y ni siquiera la llegada de un par de nuevos habitantes a Hawkins ni lo que parece ser una nueva amenaza, provoca que algo interesante comience a suceder. Hasta aquí parece ser que el único mérito de la serie es seguir siendo uno de los mejores homenajes a la nostalgia ochentera, con todo y un nuevo personaje que parece el hijo perdido de Rob Lowe.

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Pero, como en todo, la paciencia tiene sus recompensas, y en sus tres últimos episodios explota con toda la fuerza de su trama y la amenaza de sus monstruos, que en esta ocasión resultan ser peores de lo que podríamos haber imaginado, para regalarnos varias sorpresas, entre ellas una serie de alianzas inesperadas, cambios drásticos en la personalidad de los protagonistas, momentos muy emotivos y mucha, mucha, adrenalina a la que se suman nuevas interrogantes. Vale la pena la espera.

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