La noche de Halloween que se llenó de Tim Burton en la CDMX
Era la noche de las brujas anglosajonas, de las catrinas mexicanas, de las criaturas de un autor de los suburbios y de composiciones monstruosas. Era la noche de Danny Elfman, Música de las películas de Tim Burton.
Convergían todos en un domo gigante llamado Arena Ciudad de México, pero convertido esa noche de 31 de octubre en mundo de muertos, porque por ahí caminaban los hombres que por la mañana fueron oficinistas, y por la noche calaveras; las mujeres que a mediodía se retocaron el maquillaje, y caído el sol lo usaron para pintarse cicatrices y sangre.
Ellos, en sus trajes de Halloween , en sus disfraces inspirados en Burton, escucharon la afinación de la Camerata Metropolitana, dirigida por John Mauceri, que los llevaría de viaje por 13 historias distintas. Ellos vieron los arcos levantados, sostenidos en las cuerdas, como ansiosos de esa primera bajada que las hiciera vibrar. Y las cuerdas vibraron dos minutos antes de las 21:00 horas.
Nacieron los primeros movimientos del soundtrack de Charlie y la Fábrica de Chocolate (2005) y los acordes de La Gran Aventura de Pee Wee (1985), con escenas de la película proyectadas en la pantalla. También se veían los esbozos que trazó el director en papel, a lápiz, con colores pastel, acuarelas.
Así, entre imágenes de caricaturas que luego se convertirían en la acción real de actores, llegó Beetlejuice (1998) y 10 mil personas se le rindieron en ovación y aplausos.
Se apareció Sleepy Hollow (1999) entre otros vítores, hubo una invasión de ¡Marcianos al Ataque! (1996) y el potente coro envolvió la orquesta cuando Ed Bloom (Ewan McGregor) daba tumbos en su travesía como El Gran Pez (2003).
Y vino el cierre del primer acto con los violines chillando, los vientos bufando y los cellos retumbando para que en la pantalla apareciera el símbolo del murciélago, de Batman y Batman Regresa. (1989, 1992)
El intermedio como cementerio: se veía caminar a las "Sallys" que más adelante festejarían la apertura de El Extraño Mundo de Jack (1993) y el segundo acto arrancó explosivo, con los cellos tronando en pizzicatos (técnica que consiste en jalar las cuerdas) y las percusiones marcando el compás de El Planeta de los Simios (2001).
El piano arpegió cuando la imagen de Emily apareció las siete pantallas led del lugar. A El Cadáver de la Novia (2005) se le veía lamentarse por ese amor que ya no se consumó y el coro sobre el escenario acentuaba esa pena. Pero entre el público no había tristeza, sino algarabía por recordar una de las películas más queridas de la noche. Aplaudían quienes tenían velos blancos, novias de ultratumba, y quienes simplemente se dejaban llevar por el vaivén de las cuerdas.
Y entonces la orquesta empezó a llenar el lugar con más notas oscuras y sonidos macabros. Mas cerca de la medianoche, cuando las brujas comienza a rondar la noche, se les celebró.
Tocaron el soundtrack de Sombras Tenebrosas (2012), el de Frankenweenie (2012), y cerraron con las dos cintas más emblemáticas del californiano: El Joven Manos de Tijera (1990) y El Extraño Mundo de Jack.
Miles de monstruos y personas en el lugar celebraron la llegada de Elfman, compositor de la noche y voz de la calaca más famosa del mundo, quien no había salido hasta entonces.
Él llamó a Jonathan Davis, vocalista de Korn, para cantar Esto es Halloween, y a Susana Zabaleta, vestida de zombie, rostro cicatrizado y peluca roja, para Poor Jack.
Y fue entonces ese Beetlejuice que estaba entre las gradas, ese Jack Skellington que ocupaba una butaca en la explanada celebraran celebraron la noche: "this is Halloween, this is Halloween".