Música y colores en la Celebración del Día de Muertos en CDMX
La tarde es calurosa, el sol ilumina con fuerza. Los cempasúchiles que rodean el Ángel de la Independencia son de un color naranja aún más intenso. De momento, algunas nubes regalan una efímera sombra a las personas que se han reunido en el Paseo de la Reforma de La Ciudad de México, para disfrutar del desfile que celebra el tradicional Día de Muertos.
¡Ya vienen! Se escucha la emoción de una pequeña con el rostro pintado de calavera, cuando son las 4:28 de la tarde. Su grito, anuncia la llegada del primer cuadro, un homenaje a las víctimas de los sismos que el mes pasado sacudieron al país y a quienes están dedicados los eventos de este año. Pero también es un reconocimiento a la solidaridad de los rescatistas y voluntarios. Frida y otros binomios caninos de rescate avanzan y mientras la gente se vuelca en aplausos, los héroes de cuatro patas solo pueden sacudir sus colas en señal de alegría.
El desfile, promovido por el Fondo Mixto de Promoción Turística, va al origen histórico de la celebración del Día de muertos. Penachos, plumas e inciensos avanzan al tiempo que danzantes evocan a los ancestros mexicanos y muestran una visión prehispánica de la muerte, la cual adquirió nuevos significados con la llegada de los españoles y la religión católica.
En este, el segundo año consecutivo que se celebra el desfile de muertos en la Ciudad de México, han participado más de 700 voluntarios entre creativos, artistas y técnicos. Ellos, hicieron posible que siete carros circularan desde la Estela de Luz hasta el Zócalo para mostrar cinco segmentos temáticos llenos de color, música y danza.
¡Viva México! Unas adelitas fantasmales y cadavéricas, gritan con ímpetu a los espectadores quienes responden con euforia ¡Viva México! Este momento que evoca los años de la Revolución Mexicana, es también una alusión directa al caricaturista José Guadalupe Posada, autor de las emblemáticas ilustraciones de catrines y calaveras que, encarnados por diestros bailarines se pasean con arrogancia frente al Monumento a la Independencia.
El carnaval avanza y la música tropical se aproxima, una calaveras gigantes llenas de color, bailan al ritmo de Celia Cruz, arrancando aplausos y gritos de quienes miran al otro lado de la vaya metálica y quienes también se han maquillado y disfrazado para ser parte de la celebración.
Banderas de México, máscara, calaveras monumentales, mariachis. La música y el color circulan por el paseo de la Reforma, se detienen frente a las vayas para salar a los congregados, posan para las cámaras de los celulares, sonríen, celebran la muerte como sólo en este país se le celebra.
La euforia se aleja. Las lloronas y los Diablitos continúan su recorrido al son de la voz de Lila Downs y tras ellos, los asistentes se apoderan de la gran avenida capitalina. Ellos son el cierre del desfile. También vienen preparados con las catrinas en el rostro, las máscaras monstruosas y los vestuarios llamativos.
El Zócalo es el destino, donde una ofrenda monumental ha sido preparada bajo un techo de papel picado que cubre la mayoría de la plancha. Velas, flores, comida; todos los elementos de la tradición fusionamos con el arte contemporáneo, bajo la propuesta artística de Luis Rodríguez, honrará a las víctimas del sismo registrado el pasado 19 de septiembre y a la organización de la sociedad civil que actuó en consecuencia.
La noche cae sobre la capital mexicana y la oscuridad solo llega para poner el último elemento de la Celebración de día de Muertos. Las luces, los colores y los sonidos, son todo un espectáculo que podrá apreciarse hasta el próximo 2 de noviembre.