Charlize Theron se lleva las palmas (y tu corazón) en 'Atómica'

Sólo por ver a la altísima y espectacular Charlize Theron en stilettos, minifalda, liguero y medias de red derribando rusos a patadas, vale la pena ir al cine. Por si acaso no fuera suficiente, Atómica es una muy buena película de espías a la antigüita, de aquellas en las que (aparentemente, por lo menos) era fácil saber quiénes eran los buenos y quienes los malos.

Situada en los últimos días de la Guerra Fría, la trama nos presenta el Berlín todavía dividido por el muro en 1989, a donde es enviada la agente del MI6, Lorraine Broughton (Charlize Theron) para encontrar una lista que contiene los nombres de todos los espías dobles activos en Europa (a causa de la cual fue asesinado uno de sus colegas), así como descubrir la identidad de un agente doble. En Berlín deberá contactar al también espía británico, David Percival (James McAvoy), quien se ha diluido entre la fauna humana de Berlín del Este y hace lo que se le da la gana a falta de una embajada que lo controle. Broughton pronto descubrirá que, en el juego de espías que la rodea, la línea que separa la verdad de la mentira es difícil de distinguir.

Basada en The Coldest City, la novela gráfica británica de Oni Press escrita por Anthony Johnston, Atómica nos regala excelentes escenas de acción y pelea con grandes dosis de violencia, aderezadas con un espectacular soundtrack ochentero, con ‘rolas’ como Personal Jesus, Killer Queen, Der Komissar, I Ran, Under Pressure y hasta 99 Luftballons, que a los mayores de 40 les traerá muy buenos recuerdos de un mundo con cassettes, grabadoras, comunistas malvados y KGB.

Si bien cae en los cliches comunes de las películas de espías y Theron es casi sobrehumana y cualquier cosa sirve para someter a sus contrapartes que son prácticamente invencibles, la película tiene también a su favor una trama muy entretenida y bien realizada, además de presentarnos por primera vez a una mujer como una Action Heroine, que aunque es letal, sí sangra y se despeina.