Qué tanto impacto negativo genera un tuit contra los restaurantes
Todos tenemos redes sociales y eso hace que todos tengamos, de una forma muy tangible, la absoluta libertad de decir lo que nos dé la gana cuando nos dé la gana sin ningún recato y sin ningún empacho.
Por un lado está bien padre que todos tengamos nuestro propio medio y podamos manifestarnos libremente; también es un placer poder difundir nuestras pasiones (como la comida). Pero, por el otro lado, cuando uno critica y pega, hay que hacerlo con responsabilidad.
Los cocineros que viven del servicio que dan son beneficiarios, pero también víctimas del tuitero aguerrido y sanguinario que decide que porque a las 11:30 de la noche no le sirven de cenar -cuando cerraron desde las 10:30- es motivo para hacer pedazos al chef, a su familia, a su restaurante, a los meseros, a su comida... y hasta su descendencia, lo cual es terriblemente injusto.
Aquí dos ejemplos que pusieron en jaque a nuestros cocineros.
Lady Profeco
¿Quién no recuerda este caso en 2013 cuando a Andrea Benítez, hija del entonces procurador federal del consumidor Humberto Benítez no le tenían una mesa disponible en Maximo Bistrot de Eduardo García –donde nunca reservó– y a la señorita le pareció inadmisible que la hija del procurador no tuviese un tapete rojo, comité de bienvenida y mesa siempre abierta para esperarla, por lo que emprendió un severo trolling en sus redes sociales y tuvo el gesto de pedirle a su papi que clausurara el restaurante, lo cual sucedió a muy poquitas horas del hecho. La democracia ciudadana al final prevaleció, el Maximo reabrió y el Procurador tuvo que renunciar por la travesurita de su hija, pero el daño estaba hecho. Hay quien dice, incluso, que tanto ruido ayudó al establecimiento, pero seguramente no fueron horas muy gratas para Lalo y su familia.
Lady #Reábranmelo
Este triste caso lo sufrió Biko a manos de nada menos que Ana de la Reguera que un buen 8 de noviembre de 2012 a las 11:30PM quiso ir a cenar a Biko –multipremiado por su comida e infinitamente más celebrado por su impecable y cálido servicio– y no le dieron mesa porque había cerrado a las 11:00 -léase la cocina cerrada, toda limpia, la gente yéndose a su casa– y Ana decide que el mejor curso de acción es usar sus entonces 880,000 seguidores de Twitter para denunciar que Biko tenía pésimo servicio y que la gente debería de no volver nunca. Poco conforme con su queja, al otro día continuó el trolling, prometiendo que todos los días iba a continuar criticando al restaurante que no tuvo el gesto de reabrir para recibirla. Triste que una cantidad de sus seguidores se subieron al trolleo sin desde luego conocer el contexto (que tuvo a bien no revelar). Afortunadamente tras unos días, y unas cuantas críticas de gente que conoce el restaurante y salió en su defensa, el caso murió solito, pero los malos días para la gente de Biko, tampoco se los quitó nadie.
Y esto del restauante Biko lo retuiteare toooooodos los dias.. De verdad que pena de servicio y que falta de calidad.
— Ana De La Reguera (@ADELAREGUERA) 9 de noviembre de 2012
Insisto: las redes sociales son un gran instrumento para que todos podamos expresar libremente nuestra opinión, sin embargo ahora la responsabilidad está en cada uno de nosotros en expresarla con el entendimiento de sus consecuencias… clausurar un restaurante o pedir a 800,000 almas que no asistan porque a mí no me gustó “la falta de trato especial”, me parece la peor manifestación del uso de una red social.
Celebremos, critiquemos, fotografiemos y no permitamos abusos, pero siempre con responsabilidad (o si no, pregúntenle a Trump).
Nos vemos a la próxima, ¡o comamos!
The Food Spy