"Conan Made In Mexico": ¿crónica de un cliché anunciado?
Con bombo y platillo, Televisa anunció que anoche sería la esperada transmisión de Conán (sí, con acento en la á, why not?): Made In Mexico. Quería ver el show en Las Estrellas, como Dios manda, pero me confié en que sería transmitido por su sitio de internet, y cuál fue mi sorpresa que ahí sólo se sintonizaba Nosotros los guapos. Así que tuve que esperar hasta esta mañana para verlo pirata en YouTube. Lo cual me lleva a suponer que Televisa sigue creyendo que el show será un hitazo en Blim. Cuánta ingenuidad.
Esto de Blim fue la gota que derramó el vaso sobre todo el desconcierto que Conan primero causó por venir a nuestro país en exclusiva con Televisa , segundo, porque varios de sus sketches -al menos los que pudimos ver en social media- caían en el estereotipo: Conan comiendo picante, tomando tequila, poniéndose sombreros y peor aún, aceptando un personaje en un capítulo de una telenovela que se verá en abril. Alguien comentaba en la redacción de Expansión: "si yo fuera Conan obvio quiero que me reciban con mariachi en el aeropuerto". Disiento completamente, si voy a Hawái y me ponen un collar de flores, se los meto por donde no brilla el sol con todo y ukelele.
Pero dejemos estos sesgos a un lado, y veamos con objetividad lo que Conan O'Brien hizo presuntamente para apoyar a México como una medida de rebeldía ante Donald Trump, el primer dictador y payaso de lo que posiblemente deje de ser la gran potencia mundial de antes en un par de días y que siente un profundo desprecio por nosotros.
El show inició con un divertido sketch de cómo sería entrar a México si nuestros agentes fronterizos fueran tan perros como lo son los gringos con nosotros. A Conan le revisan la maleta y lo único que trae son bloqueadores para el sol. Desde ahí, se entendió el tono del show: sí iba a a caer en lugares comunes (entra por el desierto y no un aeropuerto, va con una quinceañera, acude a las luchas libres), pero en lugar de hacernos quedar mal como mexicanos, él se puso en el papel del dumb gringo, y nos reafirmó como el gran país que somos.
Aunque el programa fue hecho en Televisa, lo que O'Brien demostró debería ser una lección para la productora Adriana Bello, la terrible mano detrás del Esta Noche Con Arath y de la próxima versión mexicana de ¡gasp! Saturday Night Live: los técnicos mexicanos se tienen, el set se tiene; lo que se necesita es un gran guionista y un verdadero talk show host que esté empapado de lo que pasa en el mundo: que sepa conducir, que sepa hacer comedia, que lea, que sea culto, que sepa entrevistar, en corto, O'Brien vino a México a mostrarle a Televisa cómo hacer un talk show.
Claro que no todo fueron aciertos. Las risas del público parecían exageradas y por momentos me preguntaba si no eran risas de El Chavo, la banda Calibre 50 no necesariamente era el mejor representante musical para nosotros, y hubo algunos problemas de audio con Diego Luna. Lo cual nos lleva a los invitados.
Luna, quien normalmente niega sus raíces telenoveleras, estuvo muy simpático, aceptó sus orígenes y supo cómo burlarse del conductor por su altura, su enorme peinado, y hasta brindaron con mezcal. Luna contó que la que considera como su primera relación sexual fue en una escena en cine a los 12 años. Y resultó un buen buleador, pues insistía en que la única razón por la cual Conan vino a nuestro país fue el sexo.
Después llegó el ex presidente de México, Vicente Fox, quien contribuyó al estereotipo al regalarle a Conan un par de botas, bastante horrorosas, aunque con una buena insignia: No Fucking Wall, Conan. La plática entre ellos tuvo un buen tono de sarcasmo sobre la evidente oposición de Fox contra Trump, Fox asegura que los muros no funcionan sobre todo cuando ambos países somos vecinos y prácticamente roomies y si Trump continúa con sus planes, la gran pérdida será para los Estados Unidos. No podemos olvidar que Fox fue el primer presidente en permitir la libertad de expresión plena en el país y el primero en burlarse de sí mismo y la entonces primera dama, Martha Sahagún. Y si no fuera por eso, Conan no hubiera invitado a ningún presidente... ¿o quién se hubiera atrevido a ir? Claro que no había necesidad de decir que los mexicanos somos "chiquitos pero picosos" y mucho menos de pintarle un dedo a Trump.
Después de todo, tampoco es Mala Noche No.