Este chiste está denominado como 'el más grotesco de la historia'
Así comienza uno de los chistes más repetidos y escalofriantes de la historia:
Una familia llama a la puerta de un agente de espectáculos con la intención de presentar un nuevo número de varieté, uno como nadie ha visto nunca. Ante tal oferta, el agente asiente y les comunica su deseo de verlo inmediatamente. Una vez comienza el "espectáculo" comienzan a suceder cosas horribles y atroces que tienen que ver con el incesto, coprofagia, mutilaciones, racismo, sexo salvaje, violencia de género, zoofilia... (varía según el responsable de explicar la historia). Tras ver suficiente del macabro show, el impactado agente está casi vomitando y a punto de llamar a la policía. Sin embargo, la curiosidad le puede y pregunta el nombre del espectáculo. El padre de familia, sonriendo exclama: "¡Los aristócratas!".
El lector, como la mayoría de personas en el planeta Tierra, puede que no le encuentre la gracia. No obstante, se trata de una de las bromas más valoradas entre los cómicos de todo el mundo. Eso sí, siempre sucede entre ellos y pocas veces se cuenta ante un público... Como si fuera un saludo secreto entre gente del gremio. Entre sus fans, encontramos a mentes maestras del humor como George Carlin, Robin Williams, Sarah Silverman, Trey Parker y Matt Stone de South Park, Eric Idle de los Monty Python o Bob Saget, según muchos el mejor contando el chiste. También Johnny Carson, presentador de The Tonight Show, confesaría en una ocasión que se trataba de su broma favorita de todos los tiempos.
La gracia de todo ello puede que se encuentre en el porte del padre diciendo un título tan discordante con los actos que se acaban de realizar o en una sátira social sobre la decadencia de las clases dominantes. Pero eso no es todo, la verdadera función del chiste de los "Los aristócratas" es probar los límites del humor, de una forma postmoderna, y trata de provocar la máxima nausea posible.
Además, también se puede ver como un ejercicio retórico en que el chiste sólo funciona acorde a los dotes del humorista que lo está contando, pues puede ser un estrepitoso fracaso en caso de contarlo mal. Al fin y al cabo, muestra un eterno debate en el que lo que importa de verdad es hacer reír, no el cómo. Una lección que corrientes de posthumor como la de Louie C.K. han aprendido bien y trasladan incluso a incomodar al espectador como otra función del standupero.
Para ilustrar esto último, nos remitimos a que el comediante Gilbert Gottfied la sacó a la luz en septiembre de 2001 durante un monólogo para responder a una mala broma sobre el 11 de Septiembre en el roast de Hugh Hefner en el Friar's Club. Esto desembocó en un documental homónimo Los aristócratas de 2005, presentado en Sundance e íntegramente dedicado a esta broma a partir de las voces de comediantes que la han contado. Algunos aseguran que, literalmente, "está mal", que se "han desmayado" o que "no puedes evitar escucharla entera". Véanlo bajo su propio riesgo y, por favor, si prueban de contársela a alguien, sepan que es bajo su propio riesgo...