Las 5 inauguraciones presidenciales más extrañas de Estados Unidos
La fachada oeste del Capitolio en Washington D.C. ha visto más de una inauguración presidencial y la de Donald J. Trump quizás haya sido una de las más polémicas y extrañas que se han visto en mucho tiempo. Sin embargo, el día de la toma de poder suele tener la facultad de que algunas cosas no salgan exactamente cómo se había planeado y Trump no es para nada el único que ha protagonizado una investidura insólita.
Te damos 5 ejemplos más:
1. Fiesta en la Casa Blanca (1829)
Horas después de jurar como presidente, Andrew Jackson tuvo una idea comparable a la de un adolescente cuando sus padres se van a pasar el fin de semana fuera: una fiesta. Siendo un hombre de la gente, el séptimo presidente de los Estados Unidos invitó a todo el que quisiera a celebrar en la Casa Blanca. Poco después se arrepentiría de sus decisión al ver que los invitados manchaban de fango la casa y arrancaban las cortinas. Para evitar más desastres, los trabajadores dejaron una tina llena de whisky en la entrada. Funcionó.
2. Discurso desde la ebriedad (1865)
El discurso del vicepresidente de Abraham Lincoln, Andrew Johnson, fue de los peores de la historia de Estados Unidos y fue debido a que bebió una cantidad extrema de whisky la noche anterior. El que sería el presidente 17 después del asesinato de Lincoln aprovechó sus minutos de fama para contar a los americanos de sus “humildes” orígenes y para explicar a detalle cómo venció al ejército confederado. Cuentan que la cara de horror de Lincoln era indescriptible y que el anterior vicepresidente, Hannibal Hamlin, trató de pararlo por la fuerza.
3. Eisenhower y el cowboy (1953)
Dwight D. Eisenhower, como la mayoría de ciudadanos en su época, era extremadamente fanático de las películas del Antiguo Oeste de directores como John Ford. Tanto era así que la estrella de cine y del rodeo Montie Montana apareció sobre un caballo en mitad del acto y ató al presidente con un lazo delante de todo el público.
4. Pájaros muertos para Nixon (1973)
Richard Nixon, apodado Tricky Dick con buen motivo, no iba a dejar que unas palomas estropearan su día. Así, roció las calles de Washington con un pesticida químico para evitar cualquier animal alado interviniendo en el desfile presidencial. ¿El resultado? Decenas de pájaros muertos en las calles.
5. Desfile extravagante (1993)
Si algo sabe Bill Clinton es saltarse el protocolo. Para su desfile inaugural, el demócrata priorizó la diversidad sobre la tradicional banda de marcha militar. Así, contrató un grupo de reggae, una banda que tocaba con sillas plegables y, acertadamente, la Gay and Lesbian Band of America. La celebración concluyó con un imitador de Elvis tocando junto a antiguos compañeros de escenario de “El Rey”. Un día perfecto para el dirigente virtuoso del saxofón.