Así se vive un partido de Novak Djokovic en Roland Garros
Con Roland Garros tomando forma, la oportunidad de ver un partido de Novak Đoković es una experiencia única y más cuando llegas a la cancha y lo único que haces es escuchar más gritos y aplausos en la cancha Suzanne Lenglen para darle la bienvenida al serbio.
Con la confianza de siempre (bien merecida, después de los 12 Grand Slams que lleva en el currículum), entra a encontrarse con su rival, el jovencísimo Jaume Munar, que con sólo 21 años ha venido desde Mallorca a hacer lo que se viene a hacer a Roland Garros: enfrentarse a los más grandes.
Y las siguientes dos horas y 18 minutos son, precisamente, lo que los espectadores venimos a hacer a Roland Garros: aplaudir, gritar y sufrir bastante.
Ahí está Djokovic, con su poderosísimo servicio, con esa zancada que parece abarcar la mitad de la cancha. Pero ahí está Munar, dando una buena pelea , aprovechando los errores de 'Djoko', haciéndole pelear por cada punto. Y sí que se celebran.
Hay un “allez, Nole!” en cada pausa, pero también bastantes gritos de apoyo a Munar, que entre más deja el corazón en la arcilla, más fans se va ganando en las gradas.
Hay un momento en el que algunos parecemos preguntarnos si será posible que suceda una eliminación sorpresiva como la de Stanislas Wawrinka hace un par de días, pero al final, Nole es Nole. Va recuperando la confianza y hasta canta para sí mismo antes del servicio. Y así, en tres sets, por más parejos que hayan sido –7-6, 6-4 y 6-4–, el número 20 del mundo se lleva la victoria. Nosotros, después de tantas emociones, necesitamos ir a brindar: por estar en presencia de uno de los mejores tenistas del mundo, y de un joven talento que promete mucho.
Así, nos dirigimos a Le Village, específicamente al lounge de Moët et Chandon , el refugio perfecto después de casi tres horas bajo el sol. Inmediatamente ubicamos a Pierre, con dos copas de Moët Ice Imperial –la versión del champagne insignia de la casa que está diseñada para tomarse con hielo– que parecen tener nuestros nombres escritos. Las notas frutales, la acidez y las burbujas son frescura pura, y le advierto a Pierre que se acaba de convertir en nuestro nuevo mejor amigo.
Bajo el pretexto de no morir de un golpe de calor, nos instalamos en la barra para ver desde ahí el siguiente juego… y de paso probar la Moët Ice Rosé Imperial. De pronto, las pantallas nos avisan que el juego entre Benoit Paire y Kei Nishikori está por comenzar, así que le prometemos a Pierre que volveremos en un rato. A ver tenis, a beber champagne. Definitivamente, lo que se viene a hacer a Roland Garros.